Foto portada: Wilma Mendoza en entrevista con este medio digital. ANF
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Wilma Mendoza Miro, de 48 años, fue la primera mujer que salió bachiller de su pueblo mosetén, en el municipio de Palos Blancos, en La Paz; ahora es la presidenta de la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia (Cnamib), no puede evitar la emoción al recordar los 18 años que lleva como autoridad indígena y lo difícil que ha sido asumir la dirigencia en un mundo predominantemente dirigido por hombres.
Ejerce por segunda vez la presidencia del Cnamib, culminará su gestión en 2025, una vez que termine esta etapa piensa volver a sus tierras, dedicarse a su familia y en particular cuidar a su madre. Desde que es dirigenta ha combinado entre su rol público y privado, es decir entre su responsabilidad dirigencial y sus labores familiares o domésticas, una combinación nada fácil.
Su madre no quiso que tenga el mismo futuro de muchas adolescentes que en su pueblo eran casadas en matrimonios arreglados. No solo terminó el bachillerato, sino que también logró estudiar Agronomía, pero no pudo ejercer precisamente porque se dedicó a la dirigencia. Es parte de una familia de siete hermanos, todos de la comunidad de Simay, ubicada en el municipio paceño de Palos Blancos, en la provincia Sud Yungas
Pregunta ANF: Wilma ¿puede comentarnos cómo fue su niñez?
Respuesta Willa Mendoza: Vengo de una familia también de líderes, mi padre lo era antes de que existieran las OTBs (Organizaciones Territoriales de Base) y siempre estaba afuera. Entonces nosotros estudiamos con la atención más de mi madre y salimos adelante con su ayuda. Yo fui la única mujer que salió bachiller en mi pueblo mosetén. En ese entonces había matrimonios arreglados y las mujeres se casaban siendo niñas o adolescentes, incluso de 12 y 13 años porque la mujer tenía que ser esposa. Esa no fue la visión de mi madre, no lo permitió, por eso tuve la oportunidad de seguir estudiando. Luego mi padre me llevó a vivir a la ciudad (de La Paz).
ANF: ¿Usted estudió alguna carrera?
Wilma Mendoza: Postulé a la carrera de Comunicación Social, pero no me gustó mucho, así que mi padre quiso que estudiara Agronomía y me fui al Norte de Potosí, soy licenciada en Agronomía. Luego volví a mi hogar y aprendí a generar mi propia economía.
Siempre con las mujeres promovíamos lo que era la equidad de género. En mi comunidad ayudaba a formular los perfiles de proyectos, es ahí cuando me sugirieron formar parte de nuestra organización, pero todos eran hombres dirigentes y no aceptaban a las mujeres. Existían el OPIM y el OMIM, organizaciones o solo de hombres o solo de mujeres. Y siempre estábamos, digamos, molestando para también ser parte de ese directorio masculino por el tema de la alternancia. Los dirigentes decían: ´no tienes que meterte ahí´. Entonces llegó el congreso en 2006 y desde ese año no he parado de estar en la dirigencia.
ANF: ¿Cómo continuo su carrera como dirigente indígena?
Wilma Mendoza: Empecé como secretaria de Actas, conocí de todo. Muchos dirigentes también eran mis compañeros del colegio que no me permitían estar en algunas de sus reuniones. Los temas que se trataban en esos tiempos eran sobre la deforestación. Para conocer del caso que trataban, aprovechaba en entrar a la oficina y leer la documentación cuando los hombres bebían alcohol pues se olvidaban la llave. No lo hacía por maldad, sino por transparentar la información.
ANF: ¿Cómo llegó al Cnamib?
Wilma Mendoza: Porque había una acefalía que dejó doña Blanca Cartagena, ella es una tacana. Fui propuesta por algunas personas, nos sometimos a una elección y me eligieron como la secretaría de Tierra y Territorio dentro de la confederación, también fui secretaria de Organización.
A nuestra anterior presidenta, Justa Cabrera, le ofrecieron ser parte de la alcaldía, entonces quedó el puesto (libre). La que era vicepresidenta subió a ser presidenta y yo ocupé el segundo cargo, de vicepresidenta desde 2012 hasta 2016. Tuvimos algunas dificultades en la gestión de Adolfo Chávez, entonces nos dijimos: “mejor nosotras solas”.
Luego fui elegida presidenta en 2021, hasta me tocó trabajar en la pandemia (Covid-19). Estaré en la presidencia hasta el 2025.
Pregunta ANF: ¿Usted ejerció su profesión como agrónoma?
Wilma Mendoza: Ya lo dejé, no puedes hacer las dos cosas. Cuando entré a mi organización tenía mis hectáreas de plátanos, ahora ya no hay nada. Se trabaja duro en la dirigencia, hasta todos los sábados se tienen reuniones, entonces solo me iba a mi casa los domingos a mirar y lunes temprano, otra vez a trabajar.
Mis hectáreas se volvieron pasto, entonces mis padres me sugirieron comprar ganado que hoy me lo cuida mi hermano. No veo nacer a mis becerros.
ANF: ¿Qué significa para usted ser dirigente?
Wilma Mendoza: Es un compromiso de verdad, es representar dignamente a tu base, es una oportunidad para sentarte con personas con las que ni siquiera te habías imaginado, es ir a lugares donde tal vez no hubiera ido nunca. Yo les aconsejo a las jóvenes a ser consecuentes en la lucha, visibilizar las problemáticas y más que todo, hacer respetar su identidad como mujer. No hay que callarse ni olvidar de dónde vinimos.
ANF: ¿Cómo obtiene hoy sus recursos económicos?
Wilma Mendoza: Algunos piensan que como dirigentes perdemos el tiempo, pero no es así. Nosotras no somos remuneradas mensualmente. Los estipendios ayudan, hay instituciones que colaboran te pagan tu pasaje y alimentación, también nos ahorramos el viático y, alguna vez mi hermano vende una de mis vacas. Y si surge una emergencia a alguna compañera, también debemos apoyarla. No vemos primero la plata, sino el liderazgo, la defensa de los derechos colectivos.
ANF: ¿Va a seguir usted en la dirigencia después de 2025?
Wilma Mendoza: No, ya no, porque también tengo que ir a atender a mis animales, a mi hermano ya está cansadito y mayor, a mi mamá que me ayudó en la crianza de mis dos hijos, y porque estoy mucho tiempo lejos de casa. Estoy pendiente de mi madre que está enferma y donde sea que voy, me digo que ojalá que no llegue una llamada que me informe que algo (malo) le pasó.
ANF: ¿Cuáles son los principales problemas que ha identificado usted como presidenta?
Wilma Mendoza: En el tema de la violencia se piensa más en el ámbito urbano que en lo rural, por ello en mi comunidad se aplicaba la justicia por cuenta propia. Así recuerdo a un hombre que fue azotado por pegar a su mujer.
Mi madre también era golpeada por mi padre. Ella se convirtió en madre a los 15 años, su matrimonio fue arreglado y aguantó todo lo que le hacía mi padre porque no quería hacer conocer lo que pasaba. En el mundo indígena, los hombres son los que proveen.
ANF: ¿Es difícil ser dirigente mujer?
Wilma Mendoza: Sí, porque en mi caso la primera vez fue un poco difícil. Algunas dirigentes mujeres a veces también dependen económicamente de su esposo, pero cuando eres solvente económicamente eso representa un arma que tiene la mujer y que suaviza el comportamiento de los varones. En el caso mío siempre ha sido eso, yo no necesitaba de los hombres.
Por otro lado, ser mamá y al mismo tiempo estar ejerciendo la dirigencia es un compromiso y no tienes tiempo, hasta te llaman en cualquier momento a una reunión, llegas a las 11 de la noche a la casa o tienes que viajar. Y a veces mis compañeras no están permanentemente conmigo porque ya les reclaman sus esposos de que están dejando la familia, si la mujer se queda un día o dos días más por algo en un evento, entonces ya empieza el hombre a reclamar, que por qué se ha quedado o le dicen: ‘debes tener tu macho’. Yo siempre dije que no tenía que tener mi esposo, pero si mis hijos. Yo no me casé.
ANF: ¿Alguna anécdota que recuerde?
Wilma Mendoza: Tantas historias que tenemos de vida. Yo fui una de las afectadas en la represión policial en Chaparina en la Octava Marcha en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS). Nos detuvieron y luego nos liberaron. Yo estuve ahí porque estaba encargada de la logística. Fue un momento muy triste, pese a todo seguimos adelante en la lucha y con un espíritu siempre alegre.