Carlos Derpic
La vida de la Tierra, según Leonardo Boff, atravesó seis etapas: 1) La Fuente originaria llamada “vacío cuántico, llena –sin embargo- de una insondable y misteriosa energía. 2) De esa Fuente emergió un punto infinitamente pequeño, pero extraordinariamente denso e inconmensurablemente caliente que se dilató y explotó (big bang), dando lugar a la materia y la antimateria en partes prácticamente iguales. 3) Después de millones y millones de años, durante los cuales se condensó el gas original, nacieron las grandes estrellas rojas, en las cuales hicieron su aparición algunos de los elementos químicos que conocemos hoy. 4) El surgimiento de millones y millones de galaxias. 5) El nacimiento del Sol ancestral, antecesor del Sol actual, en el cual nacieron otros elementos químicos. 6) El Sol actual, nuestro astro rey, nacido hace cinco mil millones de años, y luego los planetas, uno de los cuales es la Tierra, que tardó cerca de cien millones de años en nacer.
Lo característico y grandioso de este planeta es que en su superficie emergió la vida, cosa que no existe en ninguno otro de los planetas del sistema solar. La vida no es algo ajeno a la Tierra, no es algo importado de afuera a su superficie, sino que, como se demostró con el descubrimiento del código genético en 1953, el origen de la vida es parte del proceso cosmogénico general y es su mejor floración.
La expresión “tierra” hizo alusión durante muchísimo tiempo, a la parte sólida del planeta en que vivimos. De hecho, en Galicia, España, existe hasta hoy un cabo, Finisterre, en el cual, todo lo que uno ve al frente es agua, el océano Atlántico, quedando sólo a sus espaldas la tierra. Los antiguos pensaban que ahí se acababa la tierra. Sin embargo, la visión de los barcos hundiéndose en el horizonte hizo pensar a algunos que nuestro planeta era redondo y se gestó, por razones de interés económico y político, el viaje de Cristóbal Colón, que permitió a los europeos descubrir otra parte del mundo que desconocían, la parte que hoy se llama América. Después de Colón, Magallanes fue el primero en dar la vuelta completa al planeta. Desde entonces, la expresión “Tierra” pasó a significar el planeta entero y comenzó, en palabras del economista argentino Aldo Ferrer, la era de la globalización.
Esta última, que varios pensadores prefieren llamar “mundialización”, no es solamente económica, como se piensa erróneamente. Proceso irreversible, es una nueva etapa de la evolución de la Tierra, caracterizada por la emergencia de la “casa común”, ya anticipada hace mucho por el jesuita Teilhard de Chardin.
Al descubrimiento de este nuevo paradigma, denominado “La Tierra vista desde fuera de la Tierra”, contribuyeron los vuelos espaciales de los años 60 y 70 del siglo pasado y en particular los de las diversas misiones “Apolo” que realizaron varios viajes a la Luna. Los testimonios de algunos astronautas son sumamente esclarecedores. John Young, tripulante del Apolo 16, al ver desde lejos la Tierra, dijo el 16 de abril de 1972:
Allí abajo está la Tierra, ese planeta azul y blanco, bellísimo, resplandeciente, nuestra patria humana. Desde aquí, desde la Luna, lo sostengo en la palma de mi mano. Y desde esta perspectiva no hay en él blancos o negros, divisiones este-oeste, comunistas y capitalistas, norte y sur. Todos formamos una única Tierra. Tenemos que aprender a amar este planeta del que formamos parte.
Otro astronauta, Russell L. Schweickart, tripulante de la misión Apolo 9, por su parte dijo:
Vista la Tierra desde fuera, percibes que todo lo que es significativo para ella: toda la historia, el arte, el nacimiento, la muerte, el amor, la alegría, las lágrimas … todo ello está en ese pequeño punto blanco y azul que puedes ocultar con tu dedo pulgar. Y a partir de esa perspectiva se entiende que todo ha cambiado, que empieza a existir algo nuevo, que la relación ya no es como era antes”.
Pues bien, ese planeta hermoso está hoy enfermo y ha empezado a defenderse de las agresiones que sufre. La Tierra ha sido atacada inmisericordemente por el sistema capitalista que, en su afán de obtener la “máxima ganancia” no para mientes en arrasar y destruir todo lo que se encuentra a su paso. Y también por el sistema socialista (el real), como lo ha descrito recientemente Gonzalo Flores. Y también por los impostores del denominado “socialismo del siglo XXI”, que se proclaman defensores y adoradores de la Madre Tierra, de la Pachamama, y la depredan o permiten su depredación por propios y ajenos. Es el caso de Bolivia, país en el cual la minería ilegal, los “interculturales” en alianza con ciertos empresarios del oriente, los chinos y los rusos, se han dado a la tarea de depredar la naturaleza en busca de lo que eufemísticamente llaman “prosperidad”, arrasando bosques y cuanto encuentran a su paso.
Una de las evidencias de que la Tierra está harta y se está defendiendo fue la covid 19 y en los últimos días las inundaciones en el sur de Alemania y en Brasil (Portoalegre) Muchos científicos afirman que el calentamiento global se ha acelerado y es irreversible y que la ciencia sólo podrá anticipar los lugares y momentos en que los desastres naturales sucederán y ayudar a paliar sus nefastas consecuencias.
Al propio tiempo, continúa la falta de respeto a los semejantes, como en Gaza, lugar en el que el ejército de Netanyahu, en represalia a la barbaridad cometida por Hamás el pasado 7 de octubre, ha asesinado ya a 37.000 palestinos, la mayoría mujeres y niños.
En este contexto recordemos a otro astronauta norteamericano, William “Bill” Anders, tripulante de la famosa nave “Apolo 8” que, en diciembre de 1968, hizo realidad las novelas de Julio Verne “De la Tierra a la Luna” y “Alrededor de la Luna”. El 24 de diciembre de ese año, Anders tomó una icónica fotografía de la Tierra, nuestro planeta, asomando por el horizonte, justo encima de la Luna. La foto se tituló “Sale la Tierra” (Earthrise) y puede verse en estos tiempos sin mayor dificultad en internet.
Por primera vez en la historia de la humanidad, pudo verse a nuestro planeta, la Tierra, asomar en el horizonte por encima de otro cuerpo celeste, y se pudo constatar que se trata de algo inigualable, bellísimo. Ningún otro planeta del sistema solar alberga la vida que hay en el nuestro. “Bill” Anders murió el pasado sábado, a los 90 años, en un accidente de aviación.
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Carlos Derpic es abogado
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