La matemática electoral del cambio

Opinión

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Carlos Hugo Molina

Cuatro días antes del 17 de agosto circulaban noticias catastróficas. Se me han quedado grabadas por impactantes aquellas que repetían que Andrónico ganaría en primera vuelta, y era demostrado con porcentajes contundentes; que el cambio del Alto Mando era para ejecutar la represión; que en caso de que las cosas no salieran como el gobierno había previsto, el lunes 18 el presidente Arce renunciaría y el miércoles 20, desde su reducto en el Chapare, Evo declararía movilización nacional para defender la democracia… El domingo 17 ocurrió lo que ocurrió y hoy podemos hacer matemática electoral del cambio habiendo contado votos y no cadáveres, como expresó un orate que ocurriría.

Ha sido tan rotundo el cambio, que la mayoría ha olvidado con una rapidez peligrosa, que el debate frustrado sobre un candidato de unidad los últimos 8 meses, fue para que no gane el MAS. No hubo un candidato de unidad y no ganó el MAS.

Hoy, en las puertas de la 2da vuelta electoral el 19 de octubre, debemos recordar que el resultado no modificará la conformación de la Asamblea Legislativa, y el ejecutivo lo ganará Rodrigo Paz Pereira o Jorge Tuto Quiroga, con mayoría simple.

La Asamblea Legislativa Plurinacional, conformada por 166 parlamentarios, estará integrada por el PDC con 70, Libre con 53, y Unidad con 35, haciendo un total de 158. La suma de dos frentes, puede lograr mayoría absoluta y los tres, lograrían más de 2/3 para enfrentar todos los problemas en el campo legislativo.

Para no olvidarnos, el MAS tiene en la legislatura que está por concluir, mayoría de 2/3, mientras que, para la nueva, no llegó a ganar ningún senador de los 21 que tenía, y de los 73 diputados, sólo tiene 2.

El porcentaje de votos del PDC de 32,06%; y de Libre 26,70%; suma 58,76%. Si le sumamos el 19,69% de Unidad, suma 78,45 %. Queda claro que llegando a un acuerdo 2 frentes, podrían haber ganado al MAS en primera vuelta. Están fuera del voto efectivo para ser enamorados, el 41,24% del electorado que votaron por los otros partidos y frentes, y hay, también, del total de votos emitidos, excluidos de los votos válidos, Blancos 2,50%, y Nulos, 19,87 %.

Sigamos con los números. Si el MAS, en la elección del 2020 obtuvo el voto del 55,11 % del electorado, y hoy, 2025, la suma del MAS 3,17 %, y Alianza Popular 8,51 % suma 11,68 %, ¿dónde se fue el 43,43 % de los votantes frustrados del MAS en la primera vuelta? Las respuestas están en los generosos análisis, especulaciones y confabulaciones que distraen la atención de las investigaciones.

Las campañas políticas de Rodrigo y Tuto, comprensiblemente, estarán orientadas a aumentar sus votos con el de las otras fuerzas, y los del electorado que votó Nulo y Blanco. Consciente de esta realidad, Tuto ha invitado a los electores masistas «no dirigentes», que se sumen a Libre, y las especulaciones consideran que los votantes filo y masistas, lo harán por Rodrigo, por razones de cercanía ideológica como ya lo habrían hecho en la primera vuelta. Lo que está claro es que el 43,43 % que fueran votos masistas (considerando la elección del 2020), hoy no pueden votar por un candidato masista, y que pudiendo haberlo hecho el 17 de agosto, tampoco lo hicieron.

Como esta es la primera vez que asistiremos a una segunda vuelta, queda en mano de los estrategas orientar una campaña que no modificará la conformación del parlamento y que sólo se necesita un voto de diferencia para salir victorioso, considerando, además, que electorado boliviano definió un golpe de timón en la política para que concluya el desgobierno de 20 años del MAS.

Cualquiera sea el resultado el 19 de octubre, Bolivia cambió, aunque hay algunos estrategas que pareciera todavía no se han dado cuenta. SEUO. AMDG. Y por el GADU.

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Carlos Hugo Molina es director de innovación del CEPAD.

Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.

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