La lógica del escorpión

Opinión

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Sumando Voces

Columna de Daniela Leytón

Daniela Leytón Michovich

Desearía pensar que este artículo se trata de la última producción de Charly García, pero desafortunadamente no voy a hablar de música. Me voy a referir hoy a esa parte de la tragedia y la estupidez humana que convulsiona el país a capricho.

El escorpión cabalga al sapo para cruzar el río (¿conoce el cuento?) se cuelga así de la fortuna y abundancia, es fácil arrojar monedas cuando parece ser lo que sobra. El sapo duda en llevarle a cuestas, el escorpión le convence, le cuenta cuentos chinos con chinos y rusos bailando en litio fantástico para distraerle, se pone máscaras amigables y cubre el aguijón con astucia. En eso, se mira en el reflejo que se forma en la espalda del sapo, se deleita embelesado con su imagen en esos lentes de sol y sombrero vaquero.

El alacrán navegó apoyado en el sapo sobre estas casi once millones de gotas, mientras se atribuía con exageración la “voz del pueblo”, un pueblo que en su perspectiva se reduce a sus allegados, comparsa y equipo de fútbol.

Luego de un rato, sus juegos ya no le entretenían, como negociante ya lo había empeñado todo, qué más da, como ni es de él: caven por aquí, quemen por allá, trafiquen por ese lado, laven por este otro, consígame quinceañeras y pues llamemos tambaquí a mi ladrillo bien armado. El alacrán sin cuentos y sin juegos estaba aburrido (algo muy peligroso para esta especie) a esto recordar que una característica del alacrán es la impaciencia, la baja tolerancia a la frustración, es el afán de protagonismo.

Emitió entonces un largo bostezo; esta vez no habría camioneta blanca, de esa que viene de la blanca, para imprimirle una aceleración al viaje. De pronto, en un chispazo, recordó cómo se activa la adrenalina en su especie: activar el poder de dar o quitar lo más preciado de un ser que respira, entonces, picó al sapo, aun sabiendo que esto terminaría con los dos. ¿Por qué lo hiciste? — exclamó el sapo agonizante ya en 15 bs. y sin fuerzas para llegar al frente — el alacrán sonriente le dijo—, porque es mi carácter.

De todas maneras, los ciclos tienen memoria, las gotas testigos de todo se revolvieron, formaron olas, se condensaron, llovieron, purificaron, regeneraron y se ocuparon de volver a llamar a la abundancia ¡Por fin se organizaron!!!! (esta última parte no sé si la soñé en todo caso no fue una pesadilla). De una forma más inteligente, aprendieron a nombrar las cosas como son: que el alacrán es alacrán así jure no serlo, que cargar a uno de esos nunca MAS porque sabemos que su especie luego de extorsionar, reclutar, someter, enfrentar, asesinar o expulsar cree que es posible ocultarlo todo llamando en octubre a navidad, say no more.

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Daniela Leytón Michovich es psicóloga política y cientista social (El gato de Schrödinger)

Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.

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