Investigadores trabajan para rescatar el habla ancestral del pueblo afroboliviano, en riesgo de desaparecer

Derechos Humanos

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Yenny Escalante

Jenny Ibarra, investigadora del ILCA. Foto: Yenny Escalante/Sumando Voces

Desde los Yungas paceños, el Instituto de Lengua y Cultura Afroboliviana (ILCAFRO) trabaja por rescatar y documentar la forma de hablar del pueblo afroboliviano, una manifestación lingüística única en el país que, aunque no ha sido reconocida oficialmente como idioma, constituye un rasgo esencial de la identidad afrodescendiente en Bolivia, así lo manifestó Jenny Barra, investigadora del ILCA y oriunda de Caranavi.

Ibarra explicó que este habla —a la que llaman simplemente lengua del pueblo afroboliviano— es una mezcla de elementos del quechua, aimara, español y portugués, creada por los antepasados afrobolivianos durante la época colonial.

“A nuestros antepasados les han obligado a hablar, y ellos han tenido que sacar un poquito del quechua, un poquito del aimara y un poco del portugués para tener su propia lengua. Se llama lengua afroboliviana. Muchos piensan que es un dialecto, pero es una lengua», señaló Barra.

Jenny Barra durante el evento de Diagnóstico sobre Inclusión, organizado por el Programa Urbano de la Red UNITAS. Foto: Yenny Escalante

La investigadora explicó que el trabajo del instituto se centra en preservar y registrar esta forma de habla, que hoy se encuentra en riesgo de desaparecer. “Está en peligro de extinción. Lo que hacemos es ir a las comunidades, enseñar a los niños en los nidos bilingües y recoger las palabras y expresiones que aún conservan los (adultos) mayores”, explicó.

Estos “nidos bilingües” funcionan en comunidades como Mururata, Chischipa, Irupana, Colpar y Lucmani, donde los niños aprenden sobre la cultura afroboliviana y su modo de hablar. En paralelo, los investigadores entrevistan a los «tíos y tías», “sabios y sabias” de las comunidades, quienes conservan en la memoria oral los rastros de esa antigua manera de comunicarse.

Un trabajo dentro del sistema educativo

El ILCA depende del Ministerio de Educación, a través del Instituto Plurinacional de Estudio de Lenguas y Culturas (IPELC), entidad que coordina la preservación de las lenguas indígenas del país. Si bien el habla afroboliviana no figura entre las 36 lenguas oficialmente reconocidas, el instituto busca darle visibilidad y valor dentro del ámbito educativo.

“Hemos presentado un currículo, una gramática, un diccionario, pero lo que falta es que lo aprueben, pero el Ministerio de Educación tiene una información errada que el pueblo afroboliviano solamente es cultura, no idioma. Entonces por eso estamos reuniendo información para decirles que nosotros tenemos un idioma», indicó Barra.

La institución tiene su sede en La Paz, pero su equipo trabaja la mayor parte del tiempo en las comunidades yungueñas, donde todavía se encuentran personas que conservan la forma tradicional de expresión afroboliviana.

La lengua afroboliviana no es un idioma formalmente reconocido, sino una variante lingüística híbrida nacida del contacto entre lenguas durante siglos de convivencia y resistencia. Sin embargo, para sus hablantes y herederos, representa una expresión viva de su historia colectiva.

Representantes de ILCAFRO durante una exposición. Foto: Yenny Escalante

Más allá de lo técnico, importante para los afrobolivianos es que no se pierda su forma de hablar. Ibarra pretende que sus hijos y los hijos de otros afrobolivianos conozcan cómo hablaban los abuelos. Advierte que si se pierde su forma de hablar, se pierde parte de su memoria.

Ibarra también cuestionó la falta de inclusión de la cultura afroboliviana dentro del sistema educativo. «Yo tengo un hijo y he visto que mi hijo le están enseñando aimara y no conoce de la cultura afroboliviana. No está mal que aprenda aimara, pero también tiene que aprender de sus raíces de él, de dónde viene, su lengua», agrega.

El trabajo del Instituto de Lengua y Cultura Afroboliviana no busca únicamente rescatar una forma de hablar, sino reivindicar una herencia cultural. A través de entrevistas, talleres y clases comunitarias, el ILCA intenta que las nuevas generaciones comprendan que la lengua —en cualquiera de sus formas— es un símbolo de resistencia y pertenencia.

Jenny participó en un evento de Diagnóstico sobre Inclusión, en La Paz, donde también se socializó el proyecto de política pública de «Educación Inclusiva para las Personas con Discapacidad», organizado por el Programa Urbano de la Red UNITAS, con el apoyo de CBM Global, en coordinación con las Federaciones Nacionales de Personas con Discapacidad y el Ministerio de Educación.

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