Conversatorio «La conservación como alternativa al extractivismo». Foto: Sumando Voces
Durante el conversatorio “La conservación como alternativa al extractivismo”, organizado por la «Plataforma Multiactor para la Implementación de la Meta 30×30 del Convenio sobre la Diversidad Biológica», especialistas de distintas áreas coincidieron en que Bolivia necesita un cambio de rumbo. Plantearon alternativas de desarrollo sostenibles, como el manejo del chaco sin quema, el turismo y ecoturismo comunitario, la defensa de áreas protegidas cercanas a las ciudades y proyectos que se adapten a las condiciones hídricas del país.
La Plataforma Multiactor para la Implementación de la Meta 30×30 del Convenio sobre la Diversidad Biológica, conformada por diversas organizaciones, pueblos indígenas y comunidades, busca conservar el 30% de tierras y aguas del planeta al 2030. Esta iniciativa promueve participación inclusiva, alianzas entre sectores, intercambio de información y políticas públicas para fortalecer áreas protegidas y la gobernanza de la biodiversidad.
En ese marco, se acordó realizar el conversatorio La conservación como alternativa al extractivismo, en el que diversos expertos advirtieron que el modelo económico actual, basado en la explotación intensiva de recursos naturales, no garantiza bienestar a largo plazo y está deteriorando los ecosistemas de los que depende la vida.
“Somos un país en vías de desarrollo y nuestra obligación es satisfacer las necesidades de la gente, pero estamos equivocados en la forma de hacerlo”, señaló Rafael Anze, quien fungió como moderador del evento. Destacó que la economía boliviana sigue altamente dependiente de la explotación de recursos como gas, minerales y bosques.
Los expertos alertaron que la transición energética y la creciente demanda global de minerales pueden intensificar la presión sobre el territorio si no se adoptan políticas sostenibles.

Alejandra Roldán Flores, magíster en ecología e integrante del colectivo Bolivia INDAGA y BIOTA, presentó un proyecto apoyado por un premio regional que buscó transformar el sistema tradicional de chaqueo en comunidades tsimanes de la Reserva de la Biósfera Estación Biológica del Beni. Las parcelas piloto implementadas mostraron que es posible producir sin quemar, mejorando los suelos y reduciendo costos para las familias.
El método consistió en cortar la hierba y dejarla en el suelo como cobertura orgánica, sembrar al voleo o con punzón, plantar hijuelos de plátano y distribuir los restos leñosos como protección del terreno. Esta técnica permitió mantener la humedad, evitar la erosión y enriquecer el suelo de forma natural. Tras la cosecha, los restos de cultivos se dejaron en el terreno, cerrando el ciclo de fertilidad.

Los resultados fueron alentadores: las comunidades obtuvieron mayores rendimientos en arroz, necesitaron menos mano de obra para el deshierbe y lograron mayores ingresos. Además, construyeron un vivero para diversificar con cacao y frutas, lo que demuestra —dijo Roldán— un fuerte compromiso comunitario y un paso hacia sistemas alimentarios más seguros y sostenibles.
En el eje de la seguridad hídrica, Andrés Calizaya, del Instituto de Hidráulica e Hidrología de la UMSA y director de la organización no gubernamental Prodener, llamó la atención sobre las deficiencias en la gestión de presas en Bolivia. Recordó que existen cerca de 350 presas en el país, muchas con filtraciones y problemas de sedimentación que reducen su vida útil.

Calizaya subrayó que no existen normas nacionales para el diseño y construcción de presas, lo que ha derivado en la dependencia de estándares extranjeros y en errores técnicos costosos. Propuso impulsar la formación de capacidades locales y planificar proyectos adecuados a las condiciones hídricas del país, priorizando pequeñas y medianas represas que sirvan para riego y generación de energía a escala comunitaria.
Lykke E. Andersen, directora ejecutiva de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible, ofreció datos comparativos entre el turismo y las actividades extractivas. Recordó que el turismo aporta entre el 8 y 11% del valor de los bienes y servicios del país, genera empleo de manera intensiva y tiene bajo impacto ambiental.
«Este cuadro muestra cuántos dólares de exportación se generan por cada dólar invertido por el sector público: en el agropecuario, 1 dólar invertido produce 4; en hidrocarburos, 9; en minería, 27; y en turismo, 92», dijo Andersen, quien enfatizó que el turismo en uno de los sectores más eficientes para generar divisas y empleo.

Además proyectó que si Bolivia logra aumentar la estadía promedio y el gasto por turista, podría triplicar sus ingresos y crear 300.000 nuevos empleos de aquí a 2030. Esperan que cada turista se quede al menos tres semanas en Bolivia.
No obstante, la experta lamentó que el sector reciba poca inversión pública en comparación con la minería, hidrocarburos o agricultura, pese a estar reconocido como estratégico en la Constitución. Entre las conclusiones, se enfatizó en que se necesita menos burocracia, mejor infraestructura y promoción internacional para posicionar a Bolivia como destino de naturaleza de bajo impacto.
Leonardo Piñera, de CODMA, alertó sobre la reducción de áreas protegidas municipales en La Paz desde 2015, lo que ha fragmentado ecosistemas vitales para el abastecimiento de agua. Varias de estas áreas han perdido más del 90% de su superficie y algunas se encuentran urbanizadas.

Para revertir esta tendencia, Piñera planteó fortalecer el monitoreo, impulsar el ecoturismo comunitario y fomentar la apropiación ciudadana de estos espacios. Advirtió que defender las áreas naturales cercanas es crucial para enfrentar presiones mayores como el avance del extractivismo en áreas nacionales.
El encuentro cerró con un llamado a que las propuestas discutidas se traduzcan en políticas públicas. Los expertos coincidieron en que es posible lograr un desarrollo económico que no destruya el patrimonio natural del país, siempre que haya planificación territorial, inversión en alternativas sostenibles y participación comunitaria.

“No todo está perdido. Tenemos el potencial y la gente para hacer las cosas de manera diferente. Un desarrollo sostenible sí es posible”, expresó a modo de conclusión el moderador Rafael Anze.

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