Los primos de segundo grado de mi abuelo tenían al menos dos camiones en sus garajes, vivían en la zona comercial más próspera, 16 de julio de El Alto, y sus hijos estudiaban en Chile y Argentina. Mi abuelo Lorenzo Mamani Jahuira en cambio pasaba las de Caín con sus ocho hijos en una casa modesta y sin garaje, en Pacajes Caluyo.
Cuenta mi madre que un día le preguntó, siendo niña, por qué no tenían plata y mi abuelo respondió: Porque no se roba ni siquiera una aguja. Don Lorenzo era un platónico que dejó como herencia solo ese terreno en Pacajes y una admiración eterna por su ética y forma de impartir justicia.
Él habría sido un mal político justamente por esas características. Le faltaba la viveza criolla, esa forma de salirse con la suya, mañas de una sociedad pragmática donde quien cumple la ley está errado. Si el filósofo Maquiavelo estuviera entre nosotros y le pidieran traducir partes de su obra seguro lo explicaría así para el contexto boliviano: el sonso vive del tonto.
A los políticos de estas tierras la ética parece estorbarles. Los más prósperos lograron resultados, como el que manda Maquiavelo en su libro El Príncipe sin ética y haciendo gala del discurso para persuadir y distraer la incoherencia de sus acciones. Según Platón, filósofo, “los estados existentes son, aunque en diferente grado, corruptos”.
Algunos, ya en poder, añadieron dosis de crueldad en sus funciones reflejadas en el incumplimiento de los derechos humanos. Mantener el poder y “no preocuparse de la fama de cruel si con ello mantiene a sus súbditos unidos y leales” fue la fórmula del Movimiento Al Socialismo (MAS).
Como caballo de Troya, el MAS trajo una serie de promesas como el reconocimiento de lo plural, el orgullo identitario y la justicia por igual, pero esconde otros afanes como el de adorar a un tirano. Nos dijeron que eran la reserva moral, pero con sus acciones echaron a perder la oportunidad histórica de reivindicación del movimiento indígena-campesino. Y aún así están hace cerca de 20 años en el poder. La ética no hizo falta en esta polis.
No quiere decir que en las familias bolivianas las normas de ética y moral hayan cambiado, pero sí nos muestra que de puertas para afuera las reglas cambian. El análisis de Platón y Aristóteles propone que la libertad, entonces, es estar fuera de la familia y fuera de la polis. Hannah Arendt explica que esto tiene que ver con la esfera pública y esfera privada. A este escenario se suma la esfera social, que como diría Víctor Jara “no es chicha ni limonada”.
Y dentro de esas sociedades con su polis hay un orden. El MAS armó una jerarquía como cualquier Estado, pero no en el juego de roles que propone Platón. Este pensador señala que la sociedad es un sistema de roles. Sócrates añade además que no es una asignación sin sentido sino que responde a una ética porque “no serás eficaz si no te tomarás el trabajo de aprender de tu tarea”.
Por eso no es ético aceptar cargos para los cuales no se tienen las suficientes destrezas probadas y demostradas. En muchos ministerios no lo saben porque como pidió Maquiavelo los príncipes azules mantienen a sus afines cerca y les pagan lealtad con puestos laborales. Hay innumerables ejemplos de autoridades no calificadas.
Quizás por ello gran parte de las campañas de oposición resaltan la virtud del conocimiento, ese que Evo Morales despreciaba diciendo que no hacía falta ir a la universidad. Sabine en cambio, analizando a Platón, ensalza la virtud del conocimiento porque da poder al que lo posee con o sin ley.
Por eso el perfil de un economista reconocido, con experiencia y fama de solucionar crisis, logra hacerse campo en la opinión y lucha contra la carga peyorativa de ser tecnócrata. Si es o no ético poco parece importar pues ahora la exigencia es de resultado. Aunque para Aristóteles un buen gobierno tiene ley porque ésta es “la razón desprovista de pasión”.
Los políticos que tenemos ahora no son los más virtuosos pues se acomodan al mejor postor a cambio de ostentar poder luego del 17 de agosto y eso constata su carácter pragmático y no necesariamente ético. Somos una comunidad política con muchas falencias por donde se alumbre, lo óptimo es la coherencia del discurso y los hechos. Fioravantini explica que una comunidad duradera tiene disciplina y “su vida no es un mero desarrollo de las aspiraciones de los vencedores”.
Maquiavelo decía que “los hombres olvidan antes la muerte del padre que la pérdida del patrimonio” poniendo en jaque la propia ética de una sociedad. Me parece justo, en ese aspecto, señalar que si una sociedad no es ética tampoco lo son sus gobernantes pues ellos salen de su seno. Parafraseando y traduciendo a Platón estamos hablando de que la ética, cuál calzado, se acomoda a su sociedad.
–0–
Esther Mamani es periodista, workaholic, especialista en género
Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.