Una mujer pide limosna en Cochabamba. Foto: Archivo Los Tiempos
Una reciente medición de la pobreza multidimensional urbana realizada por el CEDLA muestra que el 61, 2% de la población de cuatro ciudades del eje del país son pobres multidimensionales, un 3% más que en 2017. Según los datos por ciudad, casi dos tercios de la población de las ciudades de Santa Cruz (66,1%) y El Alto (65,5%), y más de la mitad de la población de Cochabamba (56%) y La Paz (50,7%) son pobres multidimensionales.
Estos datos se desprenden de la medición del Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) que el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) realizó a partir de una encuesta aplicada en las cuatro ciudades del eje en 2023. Los principales resultados se presentan en el último informe de políticas públicas del Centro, Modelo rentista, crisis y pobreza multidimensional urbana en Bolivia.
El informe sostiene que el agotamiento del ciclo del gas y la persistencia del modelo rentista no solo han debilitado la economía nacional, sino que han impactado directamente en las condiciones de vida de los hogares urbanos. “Los hogares pobres no sólo carecen de ingresos suficientes, sino que enfrentan una acumulación de carencias que limitan su bienestar presente y futuro”, señala el documento.
La nueva medición del IPM muestra que entre 2017 y 2023 se incrementaron las privaciones en dimensiones clave como el empleo, la seguridad social, el acceso a servicios básicos y el uso del tiempo. Además, se constata que la pobreza no afecta de manera homogénea a toda la población: mujeres, jóvenes y personas ocupadas en el sector informal figuran entre los grupos más afectados.
Según los datos del IPM 2023, las mujeres son más de la mitad de los pobres multidimensionales (52%) y son jefas de hogar en más de un tercio de los hogares pobres urbanos. Los pobres tienen una edad promedio de 37,7 años y una escolaridad de 11,1 años de estudio, menor al promedio (12 años).
El informe del CEDLA subraya que los actuales enfoques de política pública no logran captar ni atender la complejidad de la pobreza en las ciudades. “Persisten respuestas centradas en transferencias monetarias, pero sin atención estructural a las condiciones de precariedad laboral, exclusión de servicios y desigualdad de género”, señala.
En un contexto de crisis económica, inflación y reducción del gasto público, el estudio pone en perspectiva del debate electoral y de las políticas públicas las condiciones de vida de la población urbana, abordadas desde multidimensionalidad de la pobreza y las profundas transformaciones sociales en curso.
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