Daniel Espinoza
Durante nuestro aniversario 199, el Presidente anunció varias medidas para combatir la situación que estamos viviendo. Entre estas, la que más llamó mi atención fue el anuncio de un referéndum para determinar el mantenimiento o el retiro de la subvención a los hidrocarburos. Si bien no fue tan impactante como lo hubiera sido anular la tasa cambiaria fija entre el boliviano y el dólar, esta medida me ha sorprendido.
Este asombro proviene de la parsimonia que ha mostrado el Gobierno desde el 2021. Desde sus primeros meses de gestión, el Ejecutivo nos ha mostrado discursos, políticas, normas y acciones que, lejos de proponer cambios ante la incertidumbre vivida durante los últimos años, se empeñaban en prolongarla. Entre las acusaciones a los neoliberales (o golpistas, o evistas) y un manojo interminable de declaraciones indicando que en Bolivia está “todo bien”, me había acostumbrado a un gobierno poco propositivo. La propuesta de un referéndum ha sido novedosa, diferente y, al menos para mí, imprevisible.
Pero lo más sorpresivo de esta medida no es su naturaleza, sino el asombroso deslinde de responsabilidades del Ejecutivo. En lugar asumir medidas económicas responsables, como la urgente reducción del gasto público, ha decido transferir esta potestad a la población boliviana, no sin antes volver a acusar a otro por las peripecias que estamos afrontando (en este caso, se acusó a la pésima gestión en hidrocarburos). Está demás mencionar que la máxima autoridad de la cartera de economía y el acusador en cuestión son la misma persona, pero sí debemos tener presente que, siendo el máximo responsable de todas las carteras hace 34 meses, ha preferido generarnos indignación y cólera antes que un atisbo de tranquilidad.
Nos han dejado claro el mensaje: nada ha cambiado, pero si de alguien depende afrontar la crisis, es de nosotros, y las decisiones difíciles también las tomaremos. Estamos solos, y dependerá de la sociedad civil cambiar esta situación, como siempre lo ha hecho.
La palabra referéndum siempre me ha traído esperanza. Es uno de los mecanismos democráticos más valiosos y muestra una democracia saludable (siempre que se respeten los resultados). Estoy tristemente asombrado por el uso nefasto que se ha propuesto. Nunca será democrático deslindarse de las responsabilidades, porque la democracia también implica asumir la obligación de garantizar los derechos de las personas.
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Daniel Espinoza es abogado y politólogo, comprometido con la defensa de los derechos humanos.
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