Sonia Montaño Virreira
Un artículo firmado por Fernando Molina, corresponsal de El País de España, convierte en noticia un hecho poco relevante para Bolivia como es que “las izquierdas latinoamericanas intentan sin éxito reunir las dos alas enfrentadas del Movimiento al Socialismo en Bolivia”. Hace poco, representantes del Grupo de Puebla autodenominado como “izquierda progresista”- lo que sería una tautología de no ser lamentable su necesidad de un adjetivo- visitó Bolivia para invocar la unidad de los hoy enojados Evo Morales y Luis Arce. ¿A quienes les interesa el éxito de esos padrinazgos de Alberto Fernandez, un perdedor que casi da pena, del ex metrosexual Rodriguez Zapatero, del cuestionado Ernesto Samper de Colombia?
En un contexto de crisis y derechización en varios países, precedido por fracasos electorales de esa izquierda “progre” deberían estar calladitos. El grupo de Puebla que ha apoyado a Morales, en las buenas y en las malas, ha sido incapaz de una autocrítica sobre las razones que han llevado al avance de las derechas que tuvieron el camino abonado por la corrupción, la violación de los derechos humanos, la destrucción de las instituciones y la pérdida de independencia de los movimientos sociales.
La nota que comentamos omite mencionar- cosa frecuente en su autor-hechos de la mayor importancia, que van más allá de la plegaria a favor de la unidad de los peleados a quienes ni los cubanos fueron capaces de reconciliar. Bolivia es la última causa “buena” para estos padrinos que se quedarán sin el buen salvaje y tendrán que poner sus buenos oficios en su defensa -varios casos ya están en la justicia internacional- además de consolarlo por las maldades de “una mujer (que utilzan) para destruirme” (sic). Esa mujer, cuyo nombre no se nombra, es Gabriela Zapata; aquella joven militante de las juventudes masistas a quien Morales sedujo y que hoy está convertida en una paria que aun tiene mucho que contar. Ya no es la que agita las hormonas amazónicas de Juan Ramón Quintana ni la responsable de los negociados con la china CAMC, que incluyen los fracasado proyectos de la fábrica de azúcar en San Buenaventura, la construcción de la vía férrea Montero-Bulo Bulo, la construcción de la represa de Misicuni y la adquisición de equipos de perforación para Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos. Hoy se la acusa de trata y tráfico de su hijo quien, según ella, está a cargo del Padre del Año, su ex “compañero¨ Evo Morales.
Para Molina, lo novedoso es la frustrada intervención del grupo de Puebla mientras pasa por alto las verdaderas razones – no sólo legales- por las que Morales no debiera ser candidato. La primera es su repostulación en 2009 con el argumento ridículo de que Bolivia se estaba refundando y por lo tanto todo lo ocurrido hasta el cambio de nombre del país como Estado plurinacional, borraba la historia anterior. Quieren olvidar que luego de fuertes conflictos se acordó incluir en la Constitución la reelección presidencial por una vez y que el mandato de Morales de ese entonces (2006-2010) contaba como su primer período. Es claro que la letra de la Constitución no prohíbe la elección discontinua, pero también lo es que él ya la violó una vez. Y para nuestra pena, los constituyentes no dijeron que no se puede ser presidente si te fugaste…
Las otras razones incluyen su incumplimiento del referéndum que le dijo NO a la reelección a pesar de que en conferencia de prensa el candidato reconoce la derrota en el referendo y promete respetar los resultados de la consulta. También está la sistemática destrucción de las instituciones que han puesto fin a la separación de poderes; la violación de los derechos humanos especialmente de los derechos indígenas a los que dice representar; los más de una cien presos políticos y la degradación de todos los símbolos con los que anunciaba gobernar. Ni hablar de lo que debería importarles a sus amigos progres y al corresponsal como son los magros resultados en igualdad, desarrollo productivo, la creciente destrucción del medio ambiente y a estas alturas, la ya imposible de ocultar alianza con la minería ilegal en el control del poder. A los viejitos de Puebla eso no les importa, pero tal vez el corresponsal que goza de buena salud, podría escribir poniendo en contexto las noticias que lo entusiasman. Todavía espero que el poco probable abrazo de reconciliación entre los bandos en conflicto, no sea la noticia que cubra de humo la realidad que es más dramática que el fracaso de una visita que nadie les hizo.
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Sonia Montaño es socióloga jubilada y feminista por convicción.
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