María Nelly Coca Flores, comunaria de Chiquiacá y defensora de Tariquía.
María Nelly Coca Flores es una defensora de la Reserva Nacional de Flora y Fauna Tariquía. Su compromiso y convicción por preservar esa área protegida, que es su hogar, va más allá de intereses personales. Según dice, su lucha es para mantener vivos los “ríos aéreos” que nacen en la Reserva y que abastecen de agua a todo el departamento de Tarija. Por eso llaman a Tariquía “El pulmón de Tarija”.
Con un sombrero café, lentes, labios pintados y aretes dorados, “doña Nelly”, como mucha gente la conoce, camina erguida y con seguridad. Tiene 61 años, pero está repleta de juventud y fortaleza en el alma.
«Algunos nos hablan y nos llaman, y nos dicen que nosotros estamos haciendo las cosas con intereses personales o por política. Nosotros defendemos la reserva por nuestra vida, por nuestros hijos, por todas las generaciones que vienen detrás de nosotros», dice enérgica a Sumando Voces.
Ella, junto a un grupo de comunarios que tambiém son defensores de Tariquía, protagonizaron el mes de mayo un bloqueo pacífico para frenar el ingreso de las empresas petroleras a Tariquía. ¿El motivo? Evitar la contaminación en la cabecera de agua, pues de allí se levantan los ríos aéreos.
“Como se sabe, Tariquía es el pulmón de Tarija, es el lugar que dota toda el agua que consume Tarija, porque Tariquía tiene sus ríos aéreos: las nubes llenas de agua van hacia (la Cuesta de) Sama y ahí se concentran, se congelan esas aguas y al otro día se derriten y es lo que alimenta a toda Tarija, pero muchas personas no se dan cuenta de eso y no están familiarizadas con lo que nosotros estamos defendiendo”, dice con seguridad.
Los «ríos aéreos», también llamados “voladores”, son corrientes de aire cargadas de vapor de agua que fluyen a través de la atmósfera. Son corrientes de humedad que pueden transportar grandes cantidades de agua. Estos ríos aéreos juegan un papel crucial en el ciclo hidrológico y pueden influir significativamente en los patrones climáticos y meteorológicos.
La lucha
Este año, al igual que años pasados, las empresas petroleras intentaron ingresar a Tariquía con un proyecto de exploración de gas y petróleo. Sin embargo, los comunarios, una vez más, se opusieron debido a las consecuencias negativas que acarrea el extractivismo, aseguraron los pobladores.
Para tener un panorama claro de la situación y argumentar con seguridad, un grupo de tariquieños se trasladó hasta Caigua, en Villa Montes, para ver los pasivos ambientales que dejaron las empresas petroleras, entre ellas, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). Con las imágenes grabadas en sus memorias, fortalecieron su postura y la negativa a la intervención petrolera en Tariquía.
El 13 de mayo instalaron carpas en el ingreso de la comunidad de Chiquiacá, en una vigilia que duró una semana. Desde allí, pedían ayuda a Tarija y Bolivia, tal como lo hicieron el 2019, con un bloqueo de cinco meses y una marcha que partió en la reserva y llegó hasta la plaza Luis de Fuentes de Tarija, donde se realizó un mitin en defensa de Tariquía.
Doña Nelly, para explicar geográficamente a Tariquía, refiere que «la reserva es como una persona». Y las petroleras ingresaron por los pies, haciendo referencia a Astilleros y Churumas, que quedan cerca a Bermejo. Y ahora pretenden ingresar a Chiquiacá, “la cabeza” de la reserva, de donde surgen las vertientes de agua y, en una especie de columna vertebral bajan hasta las diferentes comunidades tariquieñas, y dicha agua también alimenta a Tarija mediante los ríos voladores.
En ese entonces, estuvieron firmes varios dirigentes, entre ellos, Francisco Romero y Paola Gareca, dos líderes que nunca cesaron en su lucha y que sigue defendiendo el territorio en el que nacieron y que será el legado para sus hijos y futuras generaciones.
Estos defensores de la naturaleza sufren amedrentamientos y amenazas de personas externas, pero también internas, es decir, los mismos pobladores de comunidades colindantes que fueron convencidos para apoyar la exploración y explotación de hidrocarburos. No obstante, la «lucha y la vigilia continúan» de forma permanente.
Sumando Voces encontró a doña Nely en Rurrenabaque, donde viajó para participar del Foro Social Panamazónico (FOSPA), el mes pasado. Allá se encontró con otros defensores ambientales y juntos denunciaron persecución y amedrentamiento por su labor, pero también reafirmaron su defensa del agua y la vida.
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