Derechos humanos, poder, privilegios, paradojas pluris

Opinión

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Sumando Voces

Hernán Cabrera M.

Amable lector usted tiene derecho a la vida, la salud, a la educación, a la libertad, a la justicia, al medio ambiente sano y saludable, a los servicios básicos con calidad y a bajo precio, al bienestar, a la paz social, si comete un delito al debido proceso, a la libre circulación por todo el territorio boliviano, a la identidad, a la definición de su identidad sexual, a la felicidad, a la cultura, al deporte, a la participación social y política, acceder a un cargo electivo, al trabajo, a una jubilación digna y acorde a la realidad económica, a la alimentación. ¿Hermoso, verdad?

Así lo establecen los más de 70 artículos de la Constitución Política del Estado que nos garantizan esos derechos y otros más, con la yapa que el Estado Plurinacional se lleva la medalla de oro en promulgación de leyes a favor de las mujeres, pueblos indígenas, niños, niñas, adolescentes, jóvenes, adultos mayores, etc. Es una tonelada de leyes para todos y de todos, por lo menos así está en la teoría y debería sentirse contento y seguro de sus derechos.

Así lo dice de forma permanente el Presidente del Estado, el defensor del Pueblo, el fiscal General, algunas ONGs que trabajan con el poder, los ministros: En Bolivia se respetan los derechos  humanos y todos somos iguales ante la ley y tenemos los mismos derechos. Eso dicen las campañas cada vez que se celebra una fecha histórica, como el Día Internacional de las Mujer, el día de los Pueblos Indígenas, el Día de los Derechos Humanos y ramas anexas.

Si quiere agregarle a ese combo de leyes y discursos sobre nuestros derechos humanos, pues ahí están las instituciones convocadas a estar cerca del pueblo, a protegerlo y denunciar al poder cuando comete excesos, hechos de corrupción, abusos de autoridad e ilegalidades. Sabe usted que nuestra Constitución es amplia, bonita y sabia, pues ha instituido a la Defensoría del Pueblo, como la entidad máxima para la protección, defensa y exigencia del cumplimiento de cada uno de nuestros derechos y otras instituciones del Estado que tienen esa noble e importante función.

Pero luego aterrizamos en la realidad y sentimos una decepción enorme porque eso de la igualdad, equidad, del acceso a nuestros derechos humanos, de instituciones que nos defenderán parece una quimera o algo difícil de alcanzarlo, y para ello algunos ejemplos que le ilustrará a usted las contradicciones dialécticas entre la legislación, los buenos propósitos y los hechos cotidianos, que le llevará a preguntar ¿Para qué carajos sirven los derechos humanos, si hay grupos o sectores privilegiados en el Estado Plurinacional?

Aquí están esos ejemplos: Los guardarques, Marcos Uzquiano y Raúl Santa Cruz, esos guardianes celosos del parque Madidi, cumplieron con su deber de denunciar la explotación ilegal del oro en esa zona prohibida por ley y por la CPE que se declara pachamamista. Pero los poderosos mineros del oro, apoyados por fiscales y jueces decidieron dar curso a la demanda, contradiciendo de forma clara y vergonzosa el mandato de defender la Madre Tierra, así como viene pregonando de forma permanente el invisible vicepresidente de Bolivia, David Choquehuanca: “Un día como hoy, 22 de abril del 2009, logramos una Declaración Universal donde se reconoce al planeta Tierra como Madre Tierra, la Madre Tierra piensa, la Madre Tierra siente, habla y nos alimenta, pero hoy está herida de muerte y que los hijos tienen la obligación de empezar a proteger los derechos de nuestra Madre Tierra”, lo dijo el 22 de abril de 2023. Claro este caso es una herida a esa Madre Tierra que pregona el gran amauta.

O sea que no hay justicia ni discurso de la Madre Tierra, sino que prima el poder de los mineros y su vocación destructora de los recursos naturales.

Recientemente, los millones de bolivianos tuvimos que soportar 16 días de bloqueos de carreteras por parte de sectores del MAS, que obedecen a Evo Morales. Nadie les dijo, no aparecieron ni Lanchipa y sus superfiscales, ni los policías con sus recientes uniformes, y dejaron que esos grupitos nos sumerjan mas en la crisis y en la desesperación. Pero cuando hay otros bloqueos, de sectores cívicos que sean opositores al gobierno, ahí aparecen un ejército de policías, los fiscales y los milicos para aprehender y enviar a la cárcel a los bloqueadores.

Otro caso, de ese “supuesto” derecho de bloquear es para unos, pero ojo que todo bloqueo es ilegal, violento y vulnera los derechos de millones de bolivianos. Y la ley debe aplicarse con todo el rigor para los bloqueadores y violentos.

El tercer ejemplo tiene que ver con tu jubilación, esa que dice la CPE que debe ser digna y recibir una pensión de vejez acorde a la realidad económica, lo cual no sucede en la realidad. Millones de jubilados, luego de tantos años de trabajo y aportes para sobrellevar su jubilación reciben una pensión entre Bs. 900 a 3.000. Mientras los militares, sector muy privilegiado, perciben el 100% de sus rentas de jubilación, con montos para tener envidia: entre Bs. 8.000 a 16.000. Así cualquiera vive mejor, sin hacer nada.

¿Esto es igualdad, equidad y acceso a los mismos derechos o es una franca y violenta discriminación? Hay muchos otros casos, pero lo dejamos allí para no amargarnos más.

Mas allá de estas acciones de las autoridades del Estado y de sus operadores que privilegian a sus sectores y discriminan a muchos otros en el marco de los derechos humanos, hay un asunto fundamental que usted amable lector debe tomar nota: no espere que los derechos humanos le lluevan como el maná o que el Estado vaya hasta su casa y le ofrezca en bandeja ese amplio catálogo de derechos humanos que están en la Constitución Política y en las más de 80 leyes. Tiene que luchar por sus derechos, arrancarles al Estado, expresándose por todas las vías posibles, participando en el ejercicio de la política y no dejar que los otros hagan por usted lo que puede hacer.

“Los derechos se toman, no se piden; se arrancan, no se mendigan”, nos pide el poeta y periodista cubano, José Marti. Y lo remata Alexis Tocqueville: la lucha por los derechos humanos es esencialmente política y social, no solo jurídica ni institucional.

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Hernán Cabrera es periodista y Lic. en Filosofía

Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.

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