Como vivió en la historia, Bolivia llega a su Bicentenario signada por la crisis, pero sin perder la esperanza

Democracia

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Mery Vaca

Reportaje

La población de Sucre se volcó a las calles a los actos de homenaje al Bicentenario de la patria. Foto: Gobernación de Chuquisaca

Este 6 de agosto, Bolivia cumple 200 años de historia y lo hace signada por la crisis multidimensional, la incertidumbre y la desconfianza en sus instituciones.

La fecha invoca a la esperanza, sin embargo, ese sentimiento que no se pierde ni en las peores circunstancias, ahora está opacado por el pesimismo, según revelan estudios y especialistas consultados para este reporte.

Una encuesta de Ipsos Ciesmori, elaborada justamente para dar la bienvenida al Bicentenario, indica que el 92% de los consultados considera que “el país no va bien” y sólo el 8% percibe que el país va en la dirección correcta. Esta sensación, según el estudio, fue en ascenso desde julio de 2022, cuando empezó la medición, con 62% de los consultados que indicaban que el país va en la dirección incorrecta. La encuesta se aplicó del 9 al 17 de julio en el eje troncal del país.

La historiadora Sayuri Loza dice que este sentimiento no es atribuible únicamente a la crisis actual. “Siempre hemos sido así. Es que tienes que tomar en cuenta que nosotros hemos vivido la mayor parte del tiempo en crisis y poca bonanza”, señala a Sumando Voces, haciendo una mirada retrospectiva del tema.

En la historia contemporánea, tal vez, la excepción sean “los mejores años del Evo (Morales)”, dice Loza.

Y, para mayores señas, da un número: entre el año 1900 y el año 2010, Bolivia tuvo solo 23 años de bonanza, de superávit, mientras que el resto, los restantes 87 años ha vivido en déficit. “O sea, hemos vivido más en crisis y sabedores de malos gobiernos (…) De hecho, lo raro sería que estemos mirando con optimismo el futuro”, comenta.

Esta situación se debe al modelo primario exportador, reflexiona Loza, lo que ha convertido a Bolivia en un país vulnerable ante los cambios de precios de las materias primas.

Fotografías sobre los actos del Bicentenario en Sucre. Foto: Gobernación de Chuquisaca y RRSS de Luis Arce.

La crisis deviene en conflictividad

La crisis ha llevado a un retorno de la conflictividad que, en apenas dos años, ha pasado de ser sectorial a ser general, aunque este último 2025, la tensión se ha aplacado con la esperanza de que las elecciones traigan soluciones.

“Durante el año 2023, la conflictividad estuvo marcada por demandas de carácter sectorial; las movilizaciones respondían, en su mayoría, a intereses específicos de grupos particulares: gremiales, transportistas, maestros, trabajadores de salud, juntas vecinales, etc. (…) A partir de 2024 esa dinámica comenzó a modificarse. Las protestas, antes aisladas, empezaron a articularse en demandas de alcance nacional y los conflictos adquirieron un carácter más estructural”, señala un estudio publicado por la Fundación UNIR en julio, cuyos autores son María Soledad Quiroga, Huáscar Pacheco y Pablo Ríos.

A estas alturas, la crisis no solo tiene que ver con la falta de dólares, la escasez de combustibles o la subida de los precios de la canasta familiar, también tiene que ver con un deterioro institucional profundo, lo que ha configurado un escenario de conflictividad política.

“De acuerdo a la naturaleza de las demandas planteadas en los conflictos políticos, éstos se han organizado en seis campos: judicialización de la política (17% del total de casos políticos), crisis interna del MAS y disputa por el liderazgo (32%), crisis de representación política (16%), crisis económica como catalizador de la conflictividad política (12%), parálisis institucional y virtual crisis de gobernabilidad (12%) y desconfianza electoral (11%)”, señala el reporte de UNIR.

La crisis de institucionalidad ha derivado, además, en la pérdida de confianza en las instituciones y otros actores, según lo revelan los más recientes estudios del Latinobarómetro, que muestra índices por debajo del 20% de confianza en algunas instituciones de Bolivia, entre ellas la Policía, la justica y el Órgano Electoral.

A diferencia de la crisis que persigue a Bolivia a lo largo de su historia, la desconfianza, dice Sayuri Loza, se ha labrado durante el gobierno de Evo Morales. “Eso ha sido culpa del Evo”, señala refiriéndose a la concentración de poder y cooptación de las instituciones.

Dice que si bien la herencia colonial nos dejó la desconfianza hacia instituciones como la justicia o la policía, a partir de la década de los 80 se produjo “cierta capacidad de reconocimiento” de las instituciones y la independencia de poderes, “sin embargo, cuando sube el MAS empieza a acaparar el poder, empieza a tomar las instituciones, incluidas instituciones como la COB, que eran cuestionadoras del gobierno, pero el MAS ha cooptado también al Poder Judicial y al Poder Electoral”.

Con ese telón de fondo, Bolivia se apresta a concurrir a las urnas para elegir presidente, vicepresidente y asambleístas este 17 de agosto, con la esperanza de canalizar las frustraciones a través de la papeleta del voto.

Sayuri Loza dice que hay que mantener la esperanza, pero no está segura que el motivo sean las elecciones porque “está todavía por verse hasta qué punto va a mejorar la situación” o el país va a terminar de hundirse en la polarización y a la falta de visión de sus políticos.

Pero, ella cree que si hay algo que sabemos hacer los bolivianos es vivir en crisis, pero “las crisis económicas no son para siempre, tienen ciclos. En algún momento, incluso, si no hacemos nada, vamos a salir de la crisis”.

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