Teresa Flores, Robert Brockmann y Olga Flores, durante el coloquio recordando la muerte de Carlos Flores Bedregal. Foto: Sumando Voces
El 17 de julio de 1980, Marcelo Quiroga Santa Cruz y Carlos Flores Bedregal fueron asesinados por la naciente dictadura de Luis García Meza, sin embargo, hasta el día de hoy se mantiene en secreto el paradero de los cuerpos de estos dos líderes políticos y luchadores de la izquierda boliviana.
Han pasado 44 años, se realizaron tres juicios y, en el caso de Carlos Flores, existe una sentencia incumplida de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) que responsabiliza al Estado por su desaparición, exige encontrar sus restos, abrir los archivos militares y resarcir a la familia.
La familia está compuesta, además de Carlos, por cuatro hermanas (una ya falleció), además de tíos y tías que ayudaron en la búsqueda de Carlos Flores Bedregal a lo largo del tiempo. Olga y Teresa, que también militaban en la izquierda desde que eran unas adolescentes, a lo largo de este trayecto se convirtieron en luchadoras por la democracia y los derechos humanos. Estas dos mujeres, la noche del martes escucharon el relato minucioso y estremecedor del historiador Robert Brockmann sobre qué pudo pasar con el cuerpo de su hermano.
Brockmann expuso en la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP) los resultados de una investigación, que pronto será un libro, sobre el golpe de 1980, el asalto a la COB y la desaparición de los restos de Quiroga Santa y de Flores Bedregal. Las hermanas Flores agradecieron la pesquisa que, según dijeron, da nuevas luces sobre las circunstancias de la muerte de Carlos y el destino de su cuerpo.
Durante el acto, tanto las hermanas Flores como Brockmann pidieron que los militares abran los archivos para saber lo que ocurrió aquel 17 de julio de 1980.
“Las generales que hoy son generales, hace 44 años eran niños de colegio, no hay ningún motivo por el cual no se abran los archivos militares, intentar tapar este secreto es intentar defender a García Meza”, dijo Brockmann, a quien le llama la atención que los gobiernos de Evo Morales y de Luis Arce hayan defendido con igual celo el secreto militar, como si fueran el propio gobierno de García Meza.
Olga Flores dijo que se abrieron los archivos “hasta de los nazis”, por lo que no entiende que se siga ocultando la verdad en Bolivia, más aun, tomando en cuenta que Hugo Banzer Suárez, a quien se atribuye la autoría intelectual de estos hechos, ya está muerto. Ella considera que este es el momento preciso para abrir los archivos porque la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) tiene que supervisar su sentencia sobre el caso.
Brockmann considera posible la versión de Luis Arce Gómez y de otros militares de que Banzer tuvo que ver con estas muertes, porque uno de los militares que disparó era del cuerpo de seguridad del expresidente y el otro era jefe de seguridad de su esposa, Yolanda Prada de Banzer, durante muchos años.
“Arce Gomez les habría dicho ‘este muerto no es mío, es de Banzer’ porque los militares que lo dispararon eran del equipo de seguridad de Banzer. Es plausible, absolutamente plausible”, expresa Brockmann. La explicación se encontraría en el anuncio realizado por Marcelo Quiroga Santa Cruz de que iniciaría un juicio de responsabilidades en contra de Banzer por la dictadura que lo mantuvo en el poder durante siete años. Luego, en democracia Banzer sería presidente electo y moriría aquejado por un cáncer antes de terminar su gestión.
Las pistas sobre los cuerpos
Muchas son las versiones que existen sobre el destino de los cuerpos de Marcelo Quiroga y Carlos Flores, pero Brockmann prefiere centrarse en las más probables.
Cuenta que, en el violento asalto a la COB, Carlos Flores murió en el acto porque recibió una ráfaga de disparos cuando trataba de ayudar a Marcelo Quiroga, quien había recibido un solo disparo, lo que lo mantuvo con vida unas horas más.
Ambos cuerpos, el uno herido y el otro muerto, fueron trasladados al Estado Mayor, donde empiezan a divergir las versiones. Aunque el historiador no se decanta por ninguna, dice que los restos pudieron ser enterrados en el osario de perros y caballos del Estado Mayor o en el lecho del río Orkojahuira, donde ahora se encuentra el hospital Gastroenterológico.
Relata con detalle la versión de que los cuerpos estaban al cuidado de un teniente y que posteriormente, según el relato de un capitán, habrían sido quemados para luego ser enterrados por partes en diversos puntos cercanos al Estado Mayor por órdenes de Luis Arce Gómez, el sanguinario ministro del interior del régimen.
Si bien esta versión está contenida en dos obras ficcionadas del general José Antonio Gil, Brockmann asegura que las fuentes del autor de las novelas, son los militares que vieron estos hechos y que eran compañeros de curso del autor de las mismas.
“Este capitán estaba a cargo de un grupo de militares que estaban haciendo guardia en una instalación eléctrica (hoy avenida Los Leones) y vieron que alguien hacia una fogata, además había olor a carne quemada. Eran militares, que le habrían dicho ‘mi capitán no avance más, estamos llevando a cabo órdenes muy delicadas’, y le cuentan que por orden de Arce Gómez ‘estamos quemando los restos de Marcelo Quiroga”, cuenta el historiador.
La hipótesis es que luego los cuerpos fueron enterrados por partes porque la gasolina no les habría alcanzado para convertirlos en carbón. Sin embargo, si ahora se trataría de buscar los restos sería una misión difícil porque el lugar ha cambiado mucho; donde solo había terrenos baldíos, hoy existe la avenida de Los Leones, atraviesa un puente trillizo, están las instalaciones de Toyosa y se erige la estación del teleférico amarillo/verde”.
Pero, la crueldad no solo se mide por estos hechos. Brockmann cuenta que la familia de Marcelo Quiroga supo sobre su muere el mismo 17 de julio, mientras que la familia Flores tuvo que esperar cuatro meses para conocer que había sido asesinado.
Mientras tanto los militares les decían que Carlos estaba en Puerto Cavinas, que estaba en silla de ruedas, que estaba amnésico o que necesitaba zapatos, o cualquier otra cosa. Las hermanas llevaban los zapatos y las encomiendas y tenían que pagar “a estos miserables” para que hagan llegar los encargos a una persona que ya estaba muerta, relata el historiador y también periodista.
¿Quién era Carlos Flores Bedregal?
Carlos Flores Bedregal era hijo de un prominente oftalmólogo que, pese a haber ingresado a la facultad de medicina, se decidió por la política.
Brockmann cuenta que salió bachiller el 69 del colegio San Calixto y que quedó marcado por la guerrilla de Teoponte, a la que se eroló uno de sus compañeros de colegio.
Luego, siendo ya un perseguido de Hugo Banzer, se fue a Cochabamba, donde se convirtió en un obrero de fábrica para poner en práctica aquello que propugnaba en sus ideas como líder del Partido Obrero Revolucionario (POR), en su facción posadista.
Luego fue elegido diputado, primero suplente y luego titular, pero su carrera y su vida fueron cortadas de un cuajo en las gradas de la COB, aquel 17 de julio de 1980, cuando los dirigentes de izquierda de la época, ante el llamado de Juan Lechín, concurrieron para definir una estrategia de resistencia al golpe, que ya se anunciaba por todo lado.
Los tres juicios
Durante estos años, se llevaron adelante tres juicios. Uno de responsabilidades en contra de los principales autores del golpe de estado de 1980, por el que fueron condenados Luis García Meza, Luis Arce Gómez y otros.
El segundo fue el juicio contra los autores materiales del asesinato de Marcelo Quiroga Santa Cruz y Carlos Flores Bedregal. Pese a las evidencias, el único que cumple condena es Felipe Froilán Molina, alias el Killer, quien, sin embargo, no fue sentenciado por las muertes, sino por alzamiento armado.
Y, finalmente, el año 2006, las hermanas Flores iniciaron la demanda internacional por la desaparición de su hermano. La sentencia se emitió a finales del 2022 y fue notificada a las partes en enero de 2023, pero hasta ahora no se cumple, pese a que la mayor parte de los plazos están marcados para un año.
“El Estado es responsable por la desaparición forzada de Juan Carlos Flores Bedregal en violación de los derechos al reconocimiento de la personalidad jurídica, a la vida, a la integridad personal y libertad personal”, dice la sentencia de la Corte IDH, que dispone, entre otros puntos. lo siguiente:
El Estado realizará las investigaciones para esclarecer las circunstancias de la desaparición forzada de Juan Carlos Flores Bedregal en un plazo razonable a partir de la notificación de la presente Sentencia.
El Estado realizará las investigaciones sobre el paradero de Juan Carlos Flores Bedregal en el plazo de un año a partir de la notificación de la presente Sentencia.
El Estado brindará a las víctimas las medidas de rehabilitación médicas y psicológicas en el plazo de seis meses a partir de la notificación del presente Fallo.
El Estado deberá levantar la reserva de cualquier documentación relacionada con la desaparición forzada de Juan Carlos Flores Bedregal, en un plazo de un año contado a partir de la notificación de la presente Sentencia.
El Estado pagará, dentro del plazo de un año contado a partir de la notificación de esta Sentencia, las cantidades fijadas en esta sentencia por concepto de indemnización por daños materiales e inmateriales, y por el reintegro de costas y gastos.
Verlo morir a diario
Para Olga Flores encontrar la verdad es importante, porque mientras su hermano siga siendo un desaparecido ella lo ve morir diariamente, según relata.
“Es clave hacer que esta sentencia se cumpla, son 44 años y todos los días nosotros vivimos la muerte de Carlos. Esa es la condición del desaparecido, nosotros queremos darle sepultura”, expresa Olga Flores en medio de un cerrado aplauso en la Asociación de Periodistas, donde también se encuentran esta noche del 17 de julio de 2024 Oscar Eid y Carlos Soria Galvarro, dos sobrevivientes del ataque a la COB.
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