Las riadas y mazamorras han dejado al menos 40 muertos, unas 13 mil familias entre afectadas y damnificadas y más de 450 viviendas dañadas en Bolivia, según datos oficiales del Gobierno.
Esta semana, en Cobija la inundación causada por el crecimiento histórico del río Acre ha afectado a 145 barrios y tres comunidades, dejando a 2.300 personas afectadas.
En Cochabamba, una decena de casas de la población de Laquiña (Sacaba) han sido cubiertas de lodo, luego de que dos lagunas colapsaran por efecto de las lluvias el domingo pasado.
En Potosí, el sábado una granizada provocó el desborde de un río que cubrió de lodo a una parte de ColchaK, donde quedaron 200 personas damnificadas y unas 20 casas destruidas.
En la ciudad de La Paz, en las últimas dos semanas también se han producido desastres por efecto de las lluvias. Por ejemplo, en Achocalla una mujer y sus dos hijos murieron aplastados por un deslizamiento, en San Antonio también pereció un hombre por un derrumbe y en el barrio de Irpavi la crecida del río provocó la pérdida de plataforma, la caída de una casa y la evacuación de varias familias.
Esta semana, la población de Guanay, en el departamento de La Paz, también sufrió un inundación de grandes proporciones y un poco antes, a mediados de enero, Tipuani fue cubierta por las aguas, desastre que dejó seis personas fallecidas.
Estos desastres contrastan con la ola de sequía que vivió el país incluso hasta diciembre, en medio de una ola de incendios forestales que no dieron tregua hasta noviembre del año pasado.
¿Qué está pasando con el clima? ¿Cuáles son las casas de que estos cambios extremos? Los especialistas hablan del fenómeno de El Niño y del cambio climático como los causantes de estos sucesos.
Juan Pablo Ramos, especialista en gestión ambiental y climática, atribuye estos fenómenos a los efectos del cambio climático y asegura que “estamos en un momento en el que ni siquiera la ciencia puede predecir lo que va a suceder, o si es el fenómeno del Niño o de la Niña. Y por eso tenemos muchas dificultades para predecir con tiempo adelantado y tomar previsiones para afrontar estos impactos”.
Explica que el problema de fondo es el modelo de desarrollo que busca un mayor crecimiento a bajo costo, sin considerar los impactos del mismo. “Al final del día el problema es el modelo de desarrollo, la irracionalidad económica con que se mueve el planeta, bajo la lógica del mayor crecimiento a bajo costo. No estamos exentos de esto, ni el anterior Gobierno ni el próximo”, dice.
Y eso sucede en Bolivia como en cualquier otro punto del planeta. “Lastimosamente es un fenómeno global, pero nosotros como países acentuamos los problemas climáticos”, indica refiriéndose a la deforestación, al mal manejo del agua y otras acciones que impactan en el cambio climático.
El especialista considera que, justamente por eso, se deben adoptar políticas de prevención más claras desde el Estado y no esperar que suceda la emergencia para reaccionar.
“Desde los gobiernos municipales conocen cuáles son las zonas de riesgo, tienen mapas de riesgos. Por ejemplo, se podía poner barreras defensivas en el río de Irpavi, que es el mínimo ejemplo de lo que es la improvisación ante los fenómenos que sabemos que pueden ocurrir”, indica.
Y, desde la sociedad civil “tenemos que tomar en conciencia que estos fenómenos se van a repetir y no construir en lugares que están bajo el potencial efecto del cambio climático”.
En suma, se trata de una combinación de acciones entre el Estado y sociedad civil para hacer frente a la situación.