Un gobierno para todos

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EDITORIAL SUMANDO VOCES

Rodrigo Paz, el presidente electo, empezó a gobernar antes de asumir el cargo. Hace bien porque la urgencia de la crisis es tal que se requieren acciones inmediatas para que el Estado siga funcionando y la vida de la gente no se vea aún más alterada.

En las dos semanas previas a su posesión, se reunió principalmente con los gremios empresariales de Santa Cruz y El Alto, además de viajar a Estados Unidos a hablar con organismos multilaterales de financiamiento y con el gobierno de Donald Trump, con el que anunció una nueva era en las relaciones entre los dos países. A su regreso hizo una parada en Panamá, donde logró el compromiso de la CAF para un financiamiento de 3.100 millones de dólares para los próximos cinco años, de los cuales, el 15% será desembolsado casi de inmediato.

Son buenas noticias para un país carente de dólares y combustibles y, frente a eso,  albergamos la esperanza de mejores días para todos los bolivianos. En la medida en que le vaya bien al gobierno entrante, también le irá bien a Bolivia en su conjunto.

Si bien es demasiado pronto para plantear demandas, es importante exponer algunos aspectos de contexto sobre la sociedad civil para que el gobierno de Rodrigo Paz los tome en cuenta a la hora de diseñar medidas y ejecutarlas.

Lo primero que hay que decir es que Bolivia es un país diverso, conformado por un tejido social amplio, que va desde los pueblos indígenas hasta los gremios empresariales, pasando por organizaciones sociales, comunidades locales, productores, academia etc.

Ese tejido social no es una masa amorfa, acrítica ni desorganizada. Por el contrario, es un tejido social organizado, crítico y consciente de sus derechos y obligaciones, aunque también hay que señalar que muchas de las organizaciones han sido cooptadas en las últimas dos décadas, lo que les ha restado legitimidad social. Pero, no son todas y ni las más importantes.

Esta realidad obliga a las nuevas autoridades a gobernar para todos desde el primer momento y no únicamente para los sectores empresariales, que, si bien son generadores de empleo, no representan la totalidad del tejido social. Tampoco hay que olvidar que en Bolivia, más del 80% de los trabajadores se desenvuelven en la economía informal, lo que quiere decir que el gremio empresarial impacta en el otro 20% de la población económicamente a activa.

Si bien es cierto que Rodrigo Paz debe gobernar para todos, no debería perder de vista que su triunfo en las urnas se debe justamente a los sectores populares, antes que a las élites económicas del país. Y, esos votantes esperarán coherencia entre las ofertas electorales y las acciones gubernamentales.  

Es comprensible que en una situación de crisis económica, el gobierno que apenas se está formando ponga todos sus esfuerzos en resolver lo urgente, pero debe hacerlo sin perder de vista que Bolivia es más que empresarios y dólares.

Las primeras reuniones, los primeros viajes, el primer gabinete, las primeras medidas, todo eso será un termómetro del tipo de gobierno que se está instaurando en Bolivia. En ese marco, es de esperar que las políticas de ajuste estructural, que parecen inminentes, sean acompañadas de políticas sociales efectivas que amortigüen el impacto de las primeras. No hacerlo llevaría al país a un retroceso, al incremento de la pobreza y a un ambiente social adverso al propio Gobierno.

Rodrigo Paz prometió “capitalismo para todos”, el punto es cómo hacer que en ese “todos” estén contemplados realmente todos.

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