Por un debate interpelador, profundo y esclarecedor

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EDITORIAL SUMANDO VOCES

El 2025 quedará marcado en la historia de Bolivia como el año en el que inauguramos la segunda vuelta electoral y en el que recuperamos la vieja práctica de poner a debatir a los candidatos para conocer sus propuestas.

Durante la primera vuelta electoral, los debates llegaron como cascada, fueron tantos que al final los candidatos ya no pudieron atender a todos los convocantes y la ciudadanía tampoco logró concentrarse en todos. Diversas entidades de la sociedad civil organizaron foros, debates, espacios deliberativos y mesas de diálogo, en los que se trataron las temáticas estructurales del país, aunque no todos los candidatos asistieron.

Con esa experiencia, en la segunda vuelta los debates fueron reducidos drásticamente. De hecho, los organizados por el Tribunal Supremo Electoral son dos, el que ya se realizó entre los vicepresidenciables y el de los presidenciables, que se llevará a cabo este domingo 12 de octubre.

En esta etapa, la sociedad civil también organizó foros, como el de tierra, territorio y medio ambiente, realizado en Santa Cruz, donde estuvieron presentes pueblos indígenas, organizaciones campesinas, colectivos ambientalistas e instituciones civiles, pero los grandes ausentes fueron los candidatos que disputarán la segunda vuelta. La idea de este y otros foros de la sociedad civil era abrir un espacio de escucha activa, donde los participantes no solo escucharían promesas de los candidatos, sino que podrían nutrirse de las propuestas de la sociedad civil.

Luego de la realización del debate vicepresidencial del domingo pasado, surgieron ideas para mejorar el evento de los candidatos a la Presidencia, de las que queremos hacernos eco.

Diversos líderes de opinión, periodistas, políticos y analistas criticaron el nivel del debate, pues uno de los participantes se enfocó en lanzar ataques a su contrincante y el otro a repetir fielmente su libreto, mientras que los moderadores no tuvieron la opción de llamar al orden, de preguntar o de repreguntar y únicamente expusieron los temas de los que deberían hablar los postulantes. Hay que recordar que, uno de los candidatos puso varias condiciones antes de asistir a la cita, lo que hizo variar la modalidad del encuentro.

Si bien es loable que los dos candidatos hayan asistido al debate y que la gente haya tenido la oportunidad de verlos juntos lanzándose dardos y ataques, también es cierto que se puede perfeccionar la fórmula para el bien de la democracia.

En ese sentido, los mismos líderes de opinión que cuestionaron el resultado del encuentro vicepresidencial, sugirieron al Tribunal Supremo Electoral (TSE) hacer ajustes metodológicos para que los moderadores puedan hacer preguntas y los candidatos puedan desarrollar sus propuestas con mayor profundidad, puesto que en el debate precedente, los tiempos eran muy acotados y lo único que se pudo escuchar en un caso es el resumen de un plan de gobierno y e el otro dardos para el contrincante. El TSE ya anunció que hará ajustes metodológicos, una apertura que es valorable en tiempos electorales.

 Hay países donde el debate preelectoral es obligatorio precisamente porque es fundamental para promover el voto informado y fortalecer el sistema democrático. Otro argumento es que, si un candidato es capaz de ser transparente durante la campaña, también podría serlo cuando ejerza el cargo público. En contrapartida, aquel postulante que no quiera someterse a las reglas del juego democrático, entre ellas, el debate, es probable que actúe de la misma forma cuando llegue al poder.

Por todas esas consideraciones, en nuestro país se intentó hacer aprobar una ley que obligue a los candidatos a debatir bajo reglas previamente establecidas, pero la Asamblea Legislativa se desentendió del tema.

Con todo, el debate ha vuelto a integrase a la cultura política nacional y ese es un motivo de celebración, ahora falta trabajar para que sea interpelador, profundo y esclarecedor, de tal manera que la gente realmente tome una decisión informada sobre su voto y no únicamente reafirme sus convicciones y posicionamientos. La recuperación plena de los valores democráticos será un proceso de larga duración, del que todos y todas podemos ser parte.

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