Observación 2.0

Opinión

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Sandra Verduguez

Cuando pienso en el balotaje que tendremos el 19 de octubre, me preocupa ver un país polarizado e informado por las redes sociales. Me preocupa ver a un Tribunal Supremo Electoral haciendo esfuerzos titánicos para controlar las redes sociales y a candidatos enfrascados en atacar de cualquier manera al adversario antes que ponerse serios con sus propuestas. Me preocupa también ver a los electores en un mar de noticias falsas y engañosas en redes sociales tratando de distinguir lo verdadero de lo falso y a nosotros, los observadores, vislumbrando desafíos que se deben asumir ya.

Durante años, la observación electoral se limitaba a vigilar actas y mesas de votación. Hoy, el terreno ha cambiado: la manipulación de la opinión pública ya no ocurre únicamente en el conteo de votos, sino en el terreno digital. Ahora, las cadenas de WhatsApp, los memes virales y las campañas de desinformación forman parte de esta batalla. Como ciudadana observadora, siento que la tarea ha crecido: ahora debemos observar también el espacio digital, un campo difícil de medir, mucho más volátil y riesgoso.

¿Cuál es nuestro principal desafío en este momento? Distinguir entre información legítima y manipulación, entre contenidos verdaderos y engañosos, entre información responsable y desinformación, y orientar después a la ciudadanía para que también lo pueda hacer. Pero esto no es fácil, y no lo es porque, entre otras cosas, trazar la línea entre libertad de expresión y desinformación interesada tiene muchos espacios grises que dificultan la tarea. Además, los observadores (y también los verificadores) nos enfrentamos a otro dilema: denunciar lo que ocurre en redes puede exponernos a ataques digitales y a campañas de desprestigio.

El Tribunal Supremo Electoral, por su parte, debe comprender que la observación ciudadana es un aliado, no un enemigo. En un escenario donde cada error se amplifica en cuestión de segundos, el TSE tiene que ser más rápido que los rumores y para eso necesita ayuda.

En mis recorridos de observación electoral he visto cómo esta experiencia se vive distinto según el contexto. En áreas rurales, los jóvenes están menos expuestos a la influencia de las redes sociales y participan menos porque también están menos informados sobre el proceso. En las ciudades, en cambio, los jóvenes tienen más acceso a la información y están llevando su participación a plataformas como TikTok, Facebook, Instagram o incluso WhatsApp, visibilizando en segundos lo que antes tardaba días en denunciarse. Mientras que los mayores, más dependientes de la radio y la televisión, siguen confiando en formatos tradicionales, pero cada vez dependen más de lo que se reenvía por WhatsApp. En resumen, la observación ya no sólo está en manos de las misiones acreditadas por el organismo electoral, sino en manos de los ciudadanos. Y eso es bueno siempre que no sea manipulada por publicaciones falsas o engañosas.

Pero, a pesar de todo esto que desalienta y a poco más de dos semanas del balotaje, creo que hay algunas tareas urgentes que se deben empezar a asumir para fortalecer los procesos electorales y el papel de la observación: construir equipos de verificación digital o hacer alianzas con ellos para desmentir noticias falsas en tiempo real; unificar criterios claros sobre qué constituye irregularidad en redes, pensando en un trabajo conjunto con el organismo electoral, con medios de comunicación, periodistas y organizaciones de la sociedad civil para actualizar la normativa; garantizar la protección de observadores y periodistas contra ataques digitales; fomentar la educación digital aunque esto lleve tiempo y el entorno sea completamente adverso; y promover una mayor transparencia y fortalecimiento de los equipos técnicos del TSE para construir capacidades que les permita abrir los datos y  emitir una comunicación constante y con un solo mensaje.

El gran desafío de este balotaje es que la democracia se juega en las urnas y en las pantallas. El TSE debe enfrentar los retos que surgirán de esta realidad hiper mediatizada y tomar en cuenta la percepción digital del proceso, pero la verdadera garantía vendrá de la ciudadanía organizada, esa que observa, denuncia y custodia sin intereses partidarios. Porque al final del día, aunque el elector esté expuesto a la realidad que le muestra su celular, los votos se cuentan en papeletas físicas y los resultados los veremos gracias al SIREPRE y al cómputo nacional. Sigo pensando que la legitimidad se construye en la confianza colectiva y, en ese terreno, la observación ciudadana es nuestra mejor defensa.

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Sandra Verduguez es Comunicadora social, integrante de Observación Ciudadana de la Democracia (OCD).

Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.

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