Daniela, Fabiana, Ángeles… ¿Quiénes son las ocho jóvenes que lograron la histórica sentencia contra los incendios?

Desarrollo

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Yenny Escalante

Las jóvenes que presentaron la demanda para frenar los incendios. Foto: Cortesía Daniela O. Arratia


No son funcionarias, no tienen financiamiento internacional ni grandes oficinas. Son siete mujeres y un hombre que, cansados de ver cómo el fuego arrasa año tras año con los bosques de Bolivia, decidieron presentar una demanda histórica ante el Tribunal Agroambiental. Hoy, su acción legal se ha convertido en un símbolo de resistencia y esperanza para quienes defienden la vida.

Fabiana Marcela Pérez Morales, María de los Ángeles Mamani Rocha, Mariana Orías López, Ana Paola Ortega Ustarez, Selva Fabiana Revollo Ortubé, Claribel Villaroel Irala y Gabriel Meneces son quienes fungen como demandantes; y Daniela O. Arratia es la abogada en el proceso.

El Tribunal Agroambiental admitió en 2025 la demanda presentada por este grupo de activistas, que exige la declaratoria de desastre nacional, la pausa ambiental y un plan de prevención, la mitigación de incendios forestales, entre otros. En una resolución inédita, el Tribunal ordenó a las autoridades nacionales y subnacionales actuar en un plazo de 48 horas para frenar el avance del fuego. El plazo ya feneció y su cumplimiento aún es lento, pero para las demandantes el hecho de haber sido escuchadas ya representa la victoria de una batalla.

La historia detrás de esta demanda es también la historia de vidas atravesadas por el fuego. Fabiana Pérez, ingeniera en recursos naturales y veterinaria, recuerda el 2019 como un año bisagra. Viajó a Roboré, junto con el Colegio de Veterinarios, para rescatar y curar animales quemados, pero también para presentar una demanda por los incendios de ese año. Allí vio familias desplazadas por el humo y el sufrimiento de los animales que se quemaban vivos a cada segundo.

“Hemos visto cosas súper desgarradoras porque fuimos como veterinarios voluntarios a atender a los animalitos quemados”, recuerda. Los siguientes años no fueron muy diferentes. El 2020 se trasladó con el Instituto de Biodiversidad y Recursos Naturales hasta Macharetí, en el Chaco boliviano. “Ahí vi cómo las personas, los pueblos indígenas, estaban sufriendo, vi cómo había gente enferma y que estaba muy mal con la contaminación, también habían perdido su ganado. Todo eso realmente me sensibilizó mucho”, cuenta. Desde entonces, su activismo combina ciencia, agroecología y defensa de derechos.

Ángeles Mamani Rocha, nacida en Potosí, lleva más de una década dedicando su vida a estudiar murciélagos y educar a comunidades sobre la conservación de serpientes. En 2019 participó en la primera demanda por los incendios, que no tuvo una respuesta positiva. “El 2024 fue la gota que rebasó el vaso, yo, personalmente, estaba rendida y súper decepcionada”, confiesa. “Pero este año (2025) logramos juntarnos la chicas que en 2020 presentamos la demanda e hicimos el ingreso al Tribunal Agroambiental y afortunadamente se admitió”, señala.

El equipo se fortaleció con Daniela O. Arratia, abogada y cofundadora del colectivo Lucha por la Amazonía. Su activismo nació en Caranavi, donde vio desaparecer la cascada del río Cajones de su infancia por la expansión cocalera y la construcción de una carretera. “Creo que esa impotencia, ese dolor que lo he sentido desde niña, se fueron transformando para generar conciencia”, dice.

Daniela, Fabiana y Ángeles han liderado marchas, protestas, huelgas, vigilias, recolección de insumos para apoyar durante los incendios y otras acciones para exigir el respeto a la naturaleza, pero no es un trabajo fácil, en muchas ocasiones casi les hace “tirar la toalla”, pero siempre sacan fuerzas para continuar.

Para elaborar la demanda que pedía frenar los incendios de este 2025, durante muchos meses Fabiana y Ángeles pasaron noches leyendo normativa, redactando argumentos y estudiando jurisprudencia. “Aprendimos en cuatro meses lo que los estudiantes de derecho aprenden en cinco años”, dice Ángeles. Para muchas, la parte más difícil fue sostener el ánimo. “Varias compañeras querían dejarlo. Pero sabíamos que, si nosotras no seguíamos, nadie lo iba a hacer”, añade.

El Tribunal Agroambiental no solo admitió el caso, sino que reconoció la labor de los defensores ambientales y ordenó medidas de protección para ellos. Este punto fue especialmente celebrado por Daniela, pues Bolivia a pesar de ser parte del Acuerdo de Escazú, hasta ahora no había mecanismos para proteger a quienes defienden el medio ambiente.

“Fue muy sorpresivo porque cosas que tampoco habíamos pedido nos las han otorgado. Una de ellas, y es la más importante, considero yo, es el respeto que se ha dado a los defensores ambientales, darles la legalidad para la defensa ambiental y darles también las medidas de protección es muy bueno”, sostiene Daniela.

Para Fabiana, el 2025 marcó un año de avances importantes. De los 29 puntos presentados, lograron que el Tribunal Agroambiental priorizara medidas clave, entre ellas la tan esperada pausa ambiental. Esta decisión fue celebrada como una victoria, pues después de años de quemas ininterrumpidas, significa un respiro para la biodiversidad y la posibilidad de iniciar un proceso de recuperación de los ecosistemas afectados.

Otro logro destacado fue el compromiso de generar una planificación con informes de las instituciones competentes y la apertura hacia la declaración de una emergencia nacional. Con esta medida, se busca que se movilicen recursos de manera inmediata para frenar los incendios y atender sus consecuencias. Las organizaciones, señaló Fabiana, continúan vigilantes para garantizar que estas conquistas no queden solo en el papel y se traduzcan en acciones concretas.

Detrás de las cifras de hectáreas quemadas hay historias que las motivan a seguir. Daniela recuerda a los niños de Tumupasa corriendo con baldes de agua para apagar el fuego. Fabiana piensa en los animales que vio agonizar en 2019 y en el medio ambiente que les dejará a sus hijos. Ángeles menciona la fuerza de las jóvenes que se reunieron para elaborar esta demanda. Todas coinciden en que la lucha no es solo por los bosques, sino por la vida misma.

“No luchamos por un sector, sino por el derecho de todos a la vida… y algo que siempre llevo en la memoria es esto que decía el Chico Méndez: ‘la lucha ambiental sin lucha social, es solo jardinería’”.

Y mientras los incendios siguen activos, estas jóvenes siguen encendiendo otra llama: la de la conciencia ciudadana para lograr que el fuego cese de una vez por todas y se cambie el modelo de desarrollo en Bolivia.

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