III Cumbre Internacional de Mujeres Indígenas de Bolivia. Foto: Sumando Voces
Con la fuerza de sus voces y el peso de su memoria ancestral, mujeres indígenas rurales de distintas regiones de Bolivia, Colombia, Perú, México y España reafirmaron en Santa Cruz, durante la III Cumbre Internacional, el Pacto Verde que iniciaron en Cusco en 2022. La declaración, leída por la presidenta de la Organización Regional de Mujeres Chiquitanas (Ormich), Rosa Pachurí, resalta un compromiso colectivo por la defensa del agua, los bosques, la economía circular y los territorios, así como por la representación paritaria en las agendas ambientales y sociales. Pero, además, reclama financiamiento, derechos territoriales y protección ambiental.
«Hoy reafirmamos nuestro pacto verde nutrido por las experiencias, voces y compromiso que han florecido en esta tercera Cumbre internacional», refiere el texto del Pacto Verde que fue firmado por todas las asistentes.
Más de 60 mujeres de distintas regiones de Bolivia, Colombia, Perú, España y México se reunieron en Santa Cruz desde el 4 al 7 de septiembre en la III Cumbre Internacional de Mujeres Indígenas, organizado por Proceso Servicios Educativos, con el apoyo de Zabalketa.
El evento se desarrolló a través de paneles donde las lideresas no solo expusieron sus realidades, necesidades y demandas sino, las acciones que asumen actualmente para enfrentar distintas problemáticas. Tras los conversatorios y mesas de trabajo, el último día se emitió y firmó el Pacto Verde.
El documento subraya que “sin las mujeres indígenas, no hay futuro” y plantea diferentes caminos hacia el 2030. En el eje del agua, las participantes se comprometieron a resistir la privatización, impulsar sistemas comunitarios de gestión hídrica y proteger cuencas y humedales frente a amenazas extractivistas. En el ámbito de los bosques, destacaron la labor de las bomberas comunitarias y reafirmaron su decisión de detener la deforestación, restaurar ecosistemas con especies nativas y prevenir incendios con sistemas tradicionales.

Otro eje clave fue la economía circular y regenerativa, que apuesta por emprendimientos verdes liderados por mujeres, la reducción de residuos, el compostaje y el comercio justo. En cuanto a la defensa del territorio, la cumbre lo reconoció como un cuerpo vivo y memoria ancestral, comprometiéndose a exigir justicia ambiental y climática.
En el documento, las lideresas también asumen compromisos con ellas mismas, con sus pueblos y territorios. «Reafirmamos que nuestros pueblos no solo resisten, crean, innovan y construyen futuro. Por tanto, nos comprometemos a caminar hacia la agroecología y emprendimientos verdes liderados por mujeres, adoptar el principio de basura cero, reducir, reutilizar, reciclar, compostar, crear redes de comercio justo y cooperativa de reciclaje y transformar residuos en oportunidades sostenibles», expresó Pachurí.
En sus municipios planean seguir impulsando la incidencia en políticas públicas locales, y la participación en redes globales y espacios internacionales. «Nuestro llamado al mundo es financiamiento para proyectos liderados por mujeres indígenas y rurales. Reconocimiento jurídico de nuestros derechos territoriales y protección efectiva a defensoras ambientales», añadieron.

Las delegadas también reclamaron el cumplimiento del Acuerdo de Escazú, políticas públicas con enfoque de género e interculturalidad, y financiamiento para proyectos liderados por mujeres indígenas y rurales.
El pacto verde, recalcaron, es también espiritual y cultural: cada ceremonia, canto o palabra en lengua originaria recuerda que defender el territorio es defender la vida.
La declaración concluyó con una pedido al mundo: “Que cada palabra resuene en escuelas, parlamentos y comunidades; que cada semilla florezca en acciones concretas. Con nosotras, otros mundos ya están germinando”.

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