¿Qué Bolivia heredarán los hijos, nietos y bisnietos?

Opinión

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Sumando Voces

Hernán Cabrera M.

Generalmente los que están en el poder, en alguna función política o en general los mayores hacemos las cosas como si el mundo se acabaría el día de mañana y apuramos el paso, asumiendo que el tiempo es el mayor enemigo y que hay que ganarle al paso de los minutos y de las horas del reloj. Eso pasa ahora en esta Bolivia Plurinacional, que ha vivido de conflicto en conflicto, de sobresaltos a incendios enormes; de luchas y guerra sucia por el poder; de hechos delictivos  e impunidad de los que cometen, pero no se han puesto a pensar si ¿es ésta Bolivia que vamos a dejarles a nuestros hijos, a los nietos e incluso bisnietos?

Esto pasa en todos los niveles. Si revisamos las noticias de los programas de las plataformas digitales, de los canales de Tv, radioemisoras y de los pocos periódicos impresos que quedan, podemos reafirmar que el debate o los aportes sobre el futuro que estamos construyendo y en el que habitarán las generaciones de niños y adolescentes que cada vez son seducidos por el maravilloso aparato del celular, es casi nulo.

No hay programas educativos, científicos orientados a darles instrumentos a la juventud para enfrentar la vida y la visión revolucionaria de lo que se viene prácticamente; pero en contrapartida hay una oferta sustanciosa de propuestas musicales, de modas, de bellezas, hasta guía de locales de discotecas, bares nocturnos para “pasarla bien con los amigos”.

La actual coyuntura que vive el país, polarizada al extremo en la que sobresalen la violencia de la posición del expresidente Evo Morales, que a punta de bloqueos ilegales y violentos, más una huelga de hambre quiere imponer su agenda o sus propios intereses; y la posición del gobierno de Luis Arce convertido en el principal enemigo de su mentor político, que se disputan la supremacía en el MAS, partido político que ha marcado el rumbo de Bolivia en los últimos 18 años.

Hace más de 20 días las noticias giran sobre esta guerra dura y sucia entre Morales y Arce, que han hecho de Bolivia su campo de batalla y de sus pobladores, sus soldados y portavoces, aunque no es la mayoría, pero que ellos pesan, porque tienen bastante cobertura, hablan fuerte y saben hacer política en medio de esta crisis económica, social, política y energética que nos tiene agobiados a millones de bolivianos, mientras ellos quieren demostrar quién es el más fuerte, precisamente usando la fuerza y el discurso radical.

Todos ellos en ningún momento se han puesto a pensar en un mejor futuro que se merecen los más de 5 millones de niñas, adolescentes y jóvenes que estudian, trabajan, apoyan a sus familias, que en muchos casos delinquen y pasan hambre o situaciones extremas. Ellos no importan para la agenda política del poder, ni para el periodismo, ni para el sistema educativo, ni para las organizaciones sociales, cívicas, políticas, empresariales, sindicales que se han dejado absorber por la necesidad de sobrevivir como sea frente a estos criminales bloqueos y frente a la crisis en todos los niveles.

Es difícil ser adolescente y joven en la Bolivia plurinacional, que está golpeada por la violencia sexual y abusos hacia esta población. Cada día la prensa y las autoridades informan sobre casos de violaciones, desapariciones, maltratos de niños, niñas y adolescentes, quedando todos ellos en la impunidad y la falta de sanciones contra los agresores, los violadores, que incluso en altas esferas del poder se cometen estos delitos, sin que la justicia ni el rechazo popular reaccionen. La filósofa rusa, And Rand, decía “Sabemos que somos malos, mas no tenemos la voluntad ni el poder para resistirnos a ello. Este es nuestro asombro y  nuestro temor secreto: que lo sabemos y no oponemos resistencia”. Algo así nos pasa en Bolivia: desde las estructuras del poder hasta el pordiosero que come y vive su pobreza, sin querer salir de ella.

La clase política dirigencial se alimenta de los conflictos sociales, mejor aún si son de gran escala, al extremo que una facción del MAS quería muertos en los bloqueos de la impunidad. En esas disputas hemos visto a cientos de jóvenes en una lucha sin cuartel, unos obedeciendo al MAS y otros a la Unión Juvenil Cruceñista. ¿Solo para eso los usan a los jóvenes? ¿Son útiles solo para la violencia y el enfrentamiento entre ellos?

Definitivamente tenemos que pensar y encontrar respuestas a las preguntas y miradas inquietantes de tantos jóvenes que deben afrontar los problemas y la falta de políticas que los incentiven y los tomen en cuenta. El psiquiatra Sigmund Freud nos da algunas pautas para ese camino que el gobernante y el gobernado deben empezar a transitar:

“Nuevas generaciones, educadas con amor y en la más alta estimación del pensamiento, que hayan experimentado desde muy temprano los beneficios de la cultura, adoptarán también una distinta actitud ante ella, la considerarán como su más preciado patrimonio y estarán dispuestas a realizar todos aquellos sacrificios necesarios para su perduración…Harán innecesaria la coerción…Si hasta ahora no ha habido en ninguna cultura colectividades humanas de esta condición, ello se debe a que ninguna cultura ha acertado aún con instituciones capaces de influir sobre los hombres en un tal sentido y precisamente desde su infancia”.

Ellos, los niños, niñas, adolescentes y jóvenes son Bolivia y tienen derecho a respirar, vivir, luchar, trabajar, pensar, estudiar, comer, amar, viajar…. en un mejor país.

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Hernán Cabrera es periodista y Lic. en Filosofía

Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.

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