Claudia Terán
La Amazonía boliviana recientemente se convirtió en el centro de un evento trascendental: el XI Foro Social Panamazónico (FOSPA). En este encuentro, delegaciones de nueve países de la región se reunieron con el propósito de reflexionar y analizar la compleja realidad amazónica para construir un nuevo modelo de desarrollo que preserve la vida.
Bajo el cálido clima tropical de Rurrenabaque y San Buenaventura, más de 1.200 delegados de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Guyane, Perú, Surinam y Venezuela se dieron cita entre el 12 y el 15 de junio. Además del amplio número de participantes, el FOSPA es representativo por la diversidad cultural que representa, pues sus participantes simbolizan la rica herencia cultural y la profunda conexión de los pueblos indígenas y las comunidades ancestrales con la Amazonía.
El FOSPA dividió a las y los participantes en diferentes ejes temáticos: 1. Pueblos Indígenas y poblaciones amazónicas, 2. Madre Tierra, 3. Extractivismos y Alternativas, y 4. Resistencias de las Mujeres. Los grupos de trabajo analizaron y definieron posiciones respecto a temas críticos como tierra y territorio, derechos de los defensores, autonomías y justicia indígena, agua, crisis climática, áreas protegidas, derechos de la naturaleza, minería y sus alternativas, turismo, frontera agropecuaria, soberanía alimentaria, transición energética, territorios y participación de las mujeres, y derechos y violencias, entre otros.
Entre sus conclusiones, se planteó que la deforestación y el extractivismo están llevando al colapso climático, amenazando tanto a la Amazonía como a sus comunidades y al planeta entero, en ese sentido, se propone un acuerdo por la vida ante el fracaso del Acuerdo de París y la influencia corporativa en las negociaciones climáticas para cambiar el sistema capitalista y proteger territorios de actividades destructivas. Además, el documento declara que la Amazonía y sus ríos son sujetos de derechos y sugiere un nuevo pacto social para preservar el ciclo del agua. Además, dada la pérdida significativa de bosques, es urgente derogar normas que promueven la deforestación y establecer sanciones estrictas para las actividades destructivas, eliminando subsidios y financiamientos a prácticas extractivistas.
El FOSPA 2024 propone declarar los territorios amazónicos libres de extractivismo, incluyendo minería y combustibles fósiles. Se convoca a un consenso regional para prohibir todas las formas de extractivismo minero y se exige a los gobiernos amazónicos ratificar y cumplir acuerdos internacionales como el Convenio de Minamata y el Acuerdo de Escazú. También demandan acciones inmediatas contra el crimen organizado vinculado a la minería y la declaración de la Amazonía y zonas andina y marina-costeras como libres de combustibles fósiles, siguiendo el ejemplo del Yasuní. Se rechazaron los proyectos de palma africana para biodiesel por sus impactos negativos en derechos humanos y el medio ambiente.
Asimismo, se reivindicó el derecho de los pueblos indígenas a ejercer la autonomía sin intervención estatal y exigen garantías para la justicia indígena. Se resolvió buscar autonomía según sus normas, desligándose de la tutela estatal, exigiendo se eliminen barreras legales y burocráticas que limitan su desarrollo autónomo. Además, se identificaron los numerosos problemas que enfrentan las y los defensores de derechos humanos y de la naturaleza en la Panamazonía, especialmente las mujeres, y anunciaron estrategias para defender sus derechos y fortalecer las luchas territoriales mediante asambleas, capacitación y promoción de liderazgos locales.
Como se ve, el FOSPA no es solo una reunión de análisis y debate; es una manifestación de esperanza y protesta. En sus fases de preparación y realización, que se realizaron en más de 18 meses, se intercambian opiniones, se comparten esperanzas y se alzan voces en protesta contra la destrucción de uno de los ecosistemas más biodiversos del planeta. Las y los asistentes no se conforman con meras discusiones teóricas; buscan que las conclusiones de este proceso se conviertan en mandatos para los Estado, como una forma de escalar hacia políticas públicas efectivas de protección de la cuenca amazónica.
Este evento también es un recordatorio poderoso de la urgencia con la que debemos abordar la crisis ambiental. Los problemas que enfrenta la Amazonía no conocen fronteras; afectan a toda la región y, por extensión, al mundo entero. La deforestación, la minería ilegal, la explotación de recursos naturales y el cambio climático son amenazas que requieren respuestas coordinadas y decisivas.
El XI Foro Social Panamazónico demuestra que la solidaridad y la colaboración internacional son esenciales para enfrentar estos desafíos. Al reunir a una amplia gama de actores —desde pueblos indígenas y comunidades locales hasta organizaciones de la sociedad civil y redes internacionales—, el FOSPA encarna un enfoque inclusivo y participativo. Este modelo es crucial no solo para la preservación de la Amazonía, sino también para el desarrollo de políticas que respeten los derechos y la dignidad de sus habitantes.
En conclusión, la Amazonía necesita más que nunca de nuestro compromiso y acción. El FOSPA es un faro de esperanza, un llamado a la acción para todos aquellos que creen en un modelo de desarrollo sostenible y equitativo. Las conclusiones de este foro deben convertirse en un punto de inflexión, impulsando a los gobiernos a tomar medidas concretas para proteger la selva más biodiversa del planeta. La Amazonía es el corazón verde de la Tierra, y su preservación es un mandato que no podemos ignorar.
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Claudia Terán es abogada especialista en Derechos Humanos.
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