“El talón de hierro”

Opinión

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Sumando Voces

Gabriela Canedo Vásquez

En su novela distópica “El talón de hierro”, Jack London narra sobre el funcionamiento de la maquinaria aplastante del capitalismo de su país a inicios del siglo XX. El autor es un visionario, que se adelanta, y traza la forma en que se daría el desarrollo en EEUU bajo el capitalismo. Cuenta sobre cómo la oligarquía industrial logra establecer un régimen de terror y de explotación de la clase obrera la cual inicia revueltas que son duramente reprimidas. Esta obra describe de manera anticipada, las formas totalitarias de dominación del capital.

De hecho, dos décadas antes a la obra de London, en Chicago un grupo de sindicalistas anarquistas fueron ejecutados en 1886, por exigir una jornada laboral de 8 horas, en lugar de las 13 o 16 horas que era lo normal en aquella época. Si bien las reivindicaciones laborales eran muchas, existía una básica, la de la jornada de 8 horas cuya máxima era: “ocho horas de trabajo, ocho para el descanso y ocho para el sueño reparador que permitiera seguir trabajando al día siguiente”.

En conmemoración a los “Mártires de Chicago”, que murieron defendiendo los derechos de los trabajadores, en la mayoría de los países del mundo se celebra el día del trabajador, excepto, de manera paradójica, en EEUU, el país que vio nacer al movimiento obrero.

En “El talón de hierro”, se avisora la explotación de los trabajadores. En aquel contexto de fines del siglo XIX la lucha fue por las 8 horas laborales. Posteriormente en el transcurso de la historia los trabajadores ganaron varios derechos más. Hoy nos encontramos en retroceso respecto de las condiciones laborales de todos los trabajadores en el mundo. Si en el siglo pasado la clase obrera estaba organizada y articulada, lo que le permitió luchar y conquistar derechos, hoy se encuentra atomizada, sin sindicatos que la defienda y, peor, inmersa en un sistema de flexibilidad laboral inimaginable. Eso supone la capacidad del mercado para ajustar el valor del salario según sean sus necesidades y sin regulaciones externas. A la vez, esto conlleva pésimas condiciones para la clase trabajadora que se encuentra cada vez más desprotegida, con menos derechos y explotada inhumanamente.

En Bolivia, de acuerdo con cifras de la Organización Internacional del Trabajo, 8 de cada 10 personas en edad de trabajar lo hacen en el sector informal, en total precariedad laboral, sin acceso a un puesto laboral digno. Ni qué decir de la iniquidad del trabajo infantil, de la invisibilización del trabajo del hogar y del cuidado no remunerados. Son las consecuencias de un sistema económico cuya finalidad es acumular más y más, explotando implacablemente al trabajador y destrozando la naturaleza.

A escala mundial, tenemos un “talón de hierro”: una élite económica —grandes corporaciones transnacionales, carteles y otras instancias— que detenta el poder financiero y somete con aplomo a una clase trabajadora desarticulada y refugiada en sus pobrísimos emprendimientos, trabajando entre 14 o 15 horas diarias para sobrevivir.

Este 1 de mayo no hubo nada que celebrar. Vencer al “talón de hierro”, apagar sus ansias de lucro ilimitado y destrucción de la naturaleza es la única forma de contar con trabajos más dignos y humanos.

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Gabriela Canedo es socióloga y antropóloga

Las opiniones de nuestros columnistas son exclusiva responsabilidad de los firmantes y no representan la línea editorial del medio ni de la red.

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