Hernán Cabrera M.
Si usted cree que la esclavitud ya no existe en Bolivia, pues se equivoca mi amigo lector. Hay un sector importante que de forma permanente viene siendo golpeado por la crisis económica, las pandemias, el poder político, las redes sociales. Son los trabajadores de la prensa, que desarrollan sus actividades en una situación de semiesclavitud en Bolivia y en el siglo XXI.
Según un estudio realizado por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), en colaboración con la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia (ANPB) y la Unión Nacional de Instituciones para el Trabajo de Acción Social (UNITAS), los periodistas se encuentran entre los profesionales más afectados por la precarización laboral. Durante los últimos 15 años, se ha observado un aumento en el desempleo estructural, el subempleo, la inestabilidad laboral y las condiciones precarias de trabajo del sector.
Grave y doloroso que este sector social tan importante para la sociedad y la democracia sea maltratado de esta manera, y que la poderosa Central Obrera Boliviana y sus departamentales, no hagan absolutamente nada, a pesar de que las organizaciones matrices de los trabajadores de la prensa son afiliados al ente matriz laboral.
Sueldos por debajo del mínimo nacional, contratos eventuales, sin seguro de salud, sin aportes para la jubilación, sin bonos nocturnos, sin seguro de vida, es el rosario de esta crítica situación laboral de los periodistas, camarógrafos, fotógrafos, diseñadores, editores, reporteros y otros que son parte de este sector valioso, pero despreciado por el Estado, las empresas privadas y por los propios periodistas que adquieren algún cargo ejecutivo.
Esta es una gran tarea que tienen las organizaciones de la prensa, pero hacerlo en el marco del respeto de los derechos laborales, no al dictamen del gobierno o de determinados intereses, y sin duda, será titánica, debido a varios factores. La Confederación sindical de Trabajadores de las Prensa de Bolivia hace tiempo archivó sus luchas sindicales, porque se arrodilló ante el poder. Varias federaciones de la prensa han sido cooptadas por el gobierno a través de la confederación, como es el caso de la Federación de Trabajadores de la Prensa de Santa Cruz, cuyos dirigentes al amparo del apoyo político hace más de 5 años tomaron la sede sindical y no hacen ninguna acción en defensa de sus afiliados.
La Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia y sus filiales deben asumir una defensa férrea de los periodistas de cada departamento, pero con la convicción política y social, sin shows ni condicionamientos.
Claro que el poder es parte del problema para llegar a esta situación crítica laboral de los trabajadores de la prensa, así como de otros sectores del país, que han celebrado el 1 de mayo en medio de carencias, promesas y enojos, debido precisamente a la precarización en que se encuentran. El poder solo se dedicó a asfixiar, presionar y empujar al cierre de medios y meter miedo a los periodistas, pero nunca obligó a las empresas de los medios a mejorar las condiciones laborales. Así que no se laven las manos, son culpables.
Pero a pesar de tantos golpes que viene sufriendo la prensa en Bolivia, ya sea internos o externos, que se accionan desde el poder político y empresarial para silenciar, controlar, censurar y cooptar medios de prensa y tener un ejército de periodistas a su servicio, como los hay en la actualidad, el periodismo boliviano deberá mostrar su temple de acero y de roble para no doblegarse y erguir su dignidad. Así como dijo Séneca: el oro se prueba en el fuego, así el hombre se somete y se prueba en la adversidad, para luego salir airoso y fortalecido.
A pesar de ciertos oportunistas y traficantes de la noticia, que han convertido el periodismo en un suculento negocio, a costa de ser serviles al poder para ganarse jugosos contratos de publicidad, ahí está un importante grupo de hombres y mujeres de la prensa haciendo un periodismo responsable y distante al poder.
A pesar de que las redes sociales se han constituido en amenazas, ya que han proliferado toda clase de programas de noticiosos, siendo la mayoría para apoyar al gobierno, a un partido político, o secta religiosa, además que más de la mitad de la información que generan las redes sociales son falsas, manipuladas o mentirosas; ahí están varias propuestas periodísticas que vienen avanzando porque conservan dos elementos imprescindibles para el ejercicio periodístico: la credibilidad y la ética.
Precisamente el periodista no es solo un trabajo más, ni una profesión entre las tantas. Se merece el respeto y el cariño de la sociedad, el compromiso del Ministerio de Trabajo para hacer cumplir los derechos laborales de cada uno de los que ejercen este noble y necesario oficio periodístico y generar la unidad de las organizaciones sindicales y profesionales del sector.
¿Quién y qué hace o debe hacer el periodista?, me preguntó la inquieta Ariadne.
El periodista es aquel que cada amanecer es un reto, que está envuelto de este oficio fascinante y cercano a la humanidad. Hablarle, informarle y orientarle a la comunidad que lo necesita.
El periodista no es un profeta, pero su voz se escucha, no se dirige a las piedras. No es un sacerdote, pero difunde esperanza y le habla a las personas. No es un abogado pero impulsa el cumplimiento de las leyes. No es el líder de un partido político, pero moviliza a las masas. No es un príncipe, pero cultiva y siembra para el nacimiento de un rey. No es un comerciante, porque no tiene nada para vender.
El periodista no es el propietario de un medio de comunicación social, ni es el publicita o el jefe de marketing. Un periodista es el ojo vigilante de la nave del Estado, es el que anota en su agenda los hechos de corrupción, los investiga y los denuncia; es el que verifica los hechos, los procesa y publica; es el que se acerca a la comunidad, conoce sus necesidades, las informa y genera acciones de solidaridad.
El periodista para ser tal debe tener por credo la credibilidad y la ética, que está al servicio del pueblo. No está sujeto ni sirve a ningún poder.
El periodista es un difusor de los valores de la vida, de la dignidad, de los logros, de las luchas, pero no es portador de los virus de la mentira, la manipulación, ni de la muerte. El periodista no es caja de resonancias, ni vehículo de insultos, mentiras y especulaciones.
El periodista recibe las llaves de muchas puertas, las abre con la información veraz y responsable, que le da un poder de relaciones y de acercamiento.
El periodista es el eterno enemigo de la corrupción, el racismo, las injusticias, el fanatismo, la delincuencia, el narcotráfico, el odio, la guerra, la discriminación.
Abuelo, ¿por qué te hiciste periodista?, me cuestionó Ariadne.
Para registrar, informar y contar la verdad en todos los tiempos, todos los lugares y para todas las personas.
¡Felicitaciones totales a los periodistas de Bolivia!.
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Hernán Cabrera es periodista y Lic. en Filosofía
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